
El Profesor de la Salsa, entre los números y la música
Más de 13 mil acetatos hacen parte de la amplia colección de Carlos Mayans, un docente de matemáticas y estadística.
Unas paredes poco comunes rodean la casa del ‘Profesor de la Salsa’. Cientos y miles de long play o LPs enumerados uno a uno y cuidados a la perfección, se ubican a manera de biblioteca.
“En esta casa se escucha música todos los días”, dice Carlos Mayans en conversación con EL HERALDO, un docente que encontró en el ritmo “afrolatino”, long plays y artistas la manera perfecta de liberarse un poco del estrés que acarrea su labor.
Entre las matemáticas y la estadística, ramas en las que se desempeñaba como docente en la Universidad del Atlántico, pasaba sus horas. Mientras corregía exámenes y preparaba clases, se acompañaba de un gran termo lleno de café.
“Empecé como docente cuando apenas estaba en octavo semestre de la Universidad, como estudiaba y trabajaba, el tiempo era muy escaso, lo que hacía para no dormirme era tomar mucho tinto, todavía lo hago, el café para mi es fundamental, por eso soy noctambulo”, cuenta desde su residencia ubicada en el barrio Riomar, en Barranquilla.
Su día es largo y ‘Morfeo’ llega tarde, lo más temprano que se asoma es alrededor de las 2:00 a.m. todos los días. El “vicio de la noche” le quedó, asegura, pero luego de unos años, combatió el cansancio físico y mental con la frescura de una buena canción, un instrumento o nuevas voces.

“Desde muy pequeño aprendí lo que eran los balances, la contabilidad, el análisis financiero, las pruebas de rendimiento, gracias a mi padre. Desde siempre tuve esa pasión -las matemáticas- estaba seguro de que estudiaría una carrera con números y así fue”, puntualiza.
Luego de hacer realidad una de sus pasiones supo que la música era la siguiente. No las pone una por encima de otra, pues afirma que a las dos las ama con igual proporción.
Su grandiosa colección empezó aproximadamente hace 13 años con 5 LPs. Su novia le regaló unos cuantos y luego un amigo que le “vio potencial y oído para eso”, le obsequió otros. Se decidió a comprar e inició su viaje por varias ciudades de Colombia donde pudo encontrar discos para adquirir.
“Empecé a viajar también a Panamá, exactamente al Puerto de Colón, un lugar donde llegan todo tipo de embarcaciones y que traen música de muchas partes del mundo y poco a poco mi colección fue aumentando. Ya no eran cinco, ni 100 LPs, la colección aumentaba y eran miles. Luego con el tiempo empezaron a invitarme a eventos competitivos de coleccionistas, porque aquí en Barranquilla, me atrevería a decir, sin temor a equivocarme, que son de los mejores de Colombia. Para asistir a encuentro de coleccionistas en Barranquilla, tienes que tener muchos discos y saber programar, porque es gente que sabe”.
En su casa se respira música y recorre cada rincón de ella con un libro donde tiene inventariado cada disco, organizado por orden alfabético.
“Soy un profesor, no podría tener mi colección desordenada, en mis libros cada artista tiene un número, por ejemplo X artista es el número 10, según vaya consiguiendo cada álbum voy agregando 10.1 o 10.2 y así”, detalla el hombre de poblada barba canosa.
Con respecto a la cifra exacta de cuantos LPs tiene, prefiere reservarlo, pues sostiene que la envidia y la “habladuría” están a la orden del día y “mucho más en el gremio”.
“El valor sentimental de mi colección es muy grande, a mí no me interesa decir que tengo tantos miles en discos, porque no la vendo, no la permuto, no la presto, mi colección es mi adoración. Prefiero decir que tengo más de 13 mil y no dar números de nada”.
Mayans siempre estuvo ligado a la música afroantillana, pese a que no tiene orígenes barranquilleros, aunque nació en la ciudad. Su abuelo huyó de la guerra y llegó a Barranquilla con un hermano con el que se estableció en la ciudad y aquí nació su familia y su empresa.

Mayans denomina música afrolatina a lo que muchos llamamos salsa.
“La salsa no existe”, afirma y agrega que, “existe la música afrolatina y en esta hay muchos géneros por ejemplo, el guaguancó, el bolero, la música cubana, la música puertorriqueña. La salsa fue un rótulo o un título que a alguien se le ocurrió en un momento dado para nombrar a un grupo de géneros de música afrolatina. Esto llegó a Nueva York a finales de los años 60 y en el inicio de los 70, y la palabrita caló en los comerciantes de la música y en las casas disqueras”.
La palabra empezó a ser usada en las caratulas de los discos y así empezó a “tomar mucha fuerza para indicar cualquier género afrolatino que nos haga bailar. Pero la Salsa como género no existe, tú nunca vas a encontrar en un atril o en una partitura que diga, vamos a tocar esta canción, género: salsa. Dice, guaguancó, rumba, bolero, etc”, sostiene.
El profesor explica y habla de historia, lee todo tipo de libros ligados a la música. Reafirma que para hablar de música se debe conocer, por eso sustenta que toda la música propia ahora del Caribe, tiene historias y herencias en otros territorios a nivel mundial.
“Nuestra música es una combinación de culturas. En los galeones que venían de África, venían los africanos, pero ellos no vinieron solos, trajeron sus dioses, sus instrumentos, su religión. Entonces, de nuestra música, el tambor es africano, la guitarra es hispánica, si tu bailas lo que entre comillas le llaman “salsa” siempre te vas a dar cuenta que hay un instrumento de cuerda que es la herencia hispánica, y el tambor es la herencia África y así mismo somos una mezcla de culturas”, sostiene.
Este catedrático tiene un alma Caribe. Usa zapatos dos tonos, camisas con flores y tonos cítricos, lentes de aumento y un buen sombreo. “Visto así porque ser caribeño es una actitud, es sentir el sabor de la música, la ropa complementa el sentir de ese sabor que transmite la música en cada nota”.

Mayans dedica dos horas, a veces tres, de sus sábados, no solo a deleitar a sus seguidores en YouTube y Facebook donde transmite su programa musical, sino a enseñar algo de la historia de cada canción que presenta.
“Mi programa surgió a raíz de la pandemia. Empecé con dos amigos, pero nos tocó guardarnos en nuestras casas para cuidarnos del virus, así que decidí seguir solo y cambiarle el nombre, ahora se llama El profesor de la salsa y así mismo aparezco en las plataformas”.
Cada sábado programa entre 18 y 20 canciones durante su tiempo al aire. “Yo interactúo con los oyentes y ellos me van preguntando cosas, me gusta esto, me entretiene, no me lucra, pero si es una manera de mezclar mis dos pasiones”, concluye.
