El domingo 13 de julio murió en Barranquilla, a los 93 años, don Ernesto McCausland Osío, quien se desempeñó como alcalde de Barranquilla, Puerto Colombia y cónsul honorario de Honduras, padre del inolvidable cronista Ernesto McCausland Sojo, fallecido en 2012.
La noticia fue confirmada a esta casa editorial por la viuda del periodista, Ana Milena Londoño, quien afirmó que su deceso se registró hacia las 9:00 p.m. de este domingo, producto de una neumonía.
Además, compartió detalles sobre la vida y la esencia del hombre que, más que padre, fue también confidente, compañero de trabajo y archivista personal del comunicador que transformó la crónica en el Caribe colombiano.
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“Él fue un gran compañero para Ernesto, siempre estaba con él, respaldándolo. Tenían una muy buena relación de padre e hijo, pero también de colegas, porque trabajaron juntos en nuestra productora, La Esquina del Cine”.
En una época donde no existía Instagram, ni escáneres portátiles ni la nube para guardar recuerdos digitales, don Ernesto era un guardián físico de la historia periodística de su hijo. Con disciplina, recortaba cada columna publicada en El Heraldo y las pegaba en enormes álbumes, no había texto que se le escapara, ni fotografía que no terminara en una de las carpetas con las que organizaba la vida pública de Ernesto.

“Lo atesoraba todo. Desde que comenzó a escribir, él lo guardó. Cada recorte, cada artículo, cada entrevista, todo lo archivaba con amor y orgullo. Esos álbumes son ahora parte de nuestra memoria familiar, pero también del legado de Ernesto”.
Un hombre del bordillo
Aunque fue alcalde, cónsul y columnista del diario La Libertad, don Ernesto McCausland Osío era, ante todo, un hombre del pueblo. Se sentaba en las esquinas, compartía historias en las panaderías y saludaba con afecto a vendedores ambulantes y vecinos de la tradicional Panadería 20 de Julio. “Era amigo de la del queso, de la que vendía bolitas de lotería, de todos. Se ganaba el corazón de la gente, así de sencillo”, rememora quien fuera su nuera.

“Era impresionantemente generoso. Si tenía 5 pesos, los daba. Si tenía 10, también. Era noble, bondadoso y muy amiguero. Tú lo veías por la calle y jamás te imaginabas que había sido alcalde o diplomático. Era una persona única, no hay dos como él”.
Sus exequias se llevarán a cabo este martes 15 de julio en la funeraria Abadía de La Ascensión a las 9:00 a.m. y su cremación será a las 10:00 a.m. en el Cementerio Universal.
