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Las respuestas más efectivas al cambio climático ya no provienen exclusivamente de las grandes capitales o de cumbres internacionales, sino de aquellos territorios donde la urgencia se vive con sequías, barrios vulnerables y en la pérdida de biodiversidad.

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El panel ‘Gobiernos resilientes basados en la naturaleza: Impulsando el desarrollo local inclusivo hacia la COP 30’, presentado en el Foro de la Ocde, reveló cómo América Latina está gestando un nuevo modelo de desarrollo local. Es ese que integra la naturaleza, la equidad y la resiliencia desde las comunidades hacia la política pública.

Durante la conversación estuvo presente el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán; el alcalde de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán; y el secretario de Gobierno de Cali, Diego Hau, con el objetivo de explorar de qué manera sus ciudades hacen uso de soluciones ecológicas para crear empleos verdes e impulsar el desarrollo de las comunidades.

El primero en tomar la palabra fue Carlos Fernando Galán, quien habló sobre el enfoque con el que la capital colombiana ha venido enfrentando, casi en simultáneo, los efectos más crudos de la crisis climática, como incendios forestales, inundaciones y una de las peores sequías en seis décadas.

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“El vivir local es hoy el centro de los grandes retos de la humanidad. En el primer año de mi mandato, la ciudad vivió más de 120.000 incendios forestales, en sectores estratégicos de su estructura ecológica principal, además de inundaciones severas y una sequía histórica que puso en jaque el sistema de abastecimiento de agua”.

Frente a ese escenario, Galán planteó una estrategia basada en tres ejes interconectados: suelo, agua y aire.

“Entendimos que si no protegemos el suelo, no garantizamos el agua; y si no cuidamos el aire, no protegemos la vida en la ciudad. Esto llevó a Bogotá a hacer una de las mayores inversiones ambientales en su historia reciente, destinando más de 1,3 billones de pesos colombianos (unos 330 millones de dólares) al sector ambiental en cuatro años”.

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Uno de los puntos más destacados fue la restauración ecológica de los cerros orientales, una de las reservas más importantes de Bogotá y parte esencial de su estructura ecológica principal.

Con 124.000 hectáreas de área rural, es decir, el 75% del territorio bogotano, la ciudad cuenta con ecosistemas clave como el páramo de Sumapaz, el más grande del mundo. En 18 meses, la administración distrital restauró e hizo mantenimiento a más de 512 hectáreas, el equivalente a cinco parques Simón Bolívar, y tiene como meta alcanzar 2.145 hectáreas restauradas al finalizar el periodo de gobierno.

Barranquilla no deja de renacer

Barranquilla, que durante años vivió de espaldas a la ciudad y al desarrollo urbano, hoy se perfila como uno de los epicentros ecológicos más prometedores del Caribe colombiano.

Ana María Badel, Jefa de la Oficina de Relaciones Internacionales de la Alcaldía de Barranquilla, explicó: “La potencia que tiene Batanjilla en materia de biodiversidad es enorme. Hablamos de manglares, bosques secos, acuarios naturales, áreas verdes y humedales que hoy se están redescubriendo y revalorizando. Es un ecosistema vivo que ha sido ruta migratoria de plantas y especies desde tiempos inmemoriales”.

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Además de El Gran Malecón, la Ciénaga de Mallorquín y la playa de Puerto Mocho, una de las iniciativas más destacadas ha sido el programa de huertas urbanas, desarrollado con cooperación italiana. “No solo ha sido exitoso en la cosecha de alimentos, sino que ha abierto puertas a emprendimientos locales. El proyecto de huertas en la siena de Mayorí es un claro ejemplo de cómo una acción ambiental puede transformarse en una acción social y económica”, agregó Badel.

Las cifras también reflejan este cambio. La ciudad, que en 2017 registraba ingresos de 660.000 millones de pesos, alcanzó en 2024 un ingreso de 5,1 billones, una evolución que se relaciona directamente con los gastos de inversión y el impulso a este tipo de proyectos transformadores.

La protección de la riqueza natural

Sin duda, Bucaramanga es una de las ciudades con más biodiversidad en el país. Por ello, el alcalde Jaime Andrés Beltrán, resaltó la importancia que ha tenido proteger la riqueza natural del territorio.

“Uno de los proyectos emblemáticos es la adquisición de predios estratégicos en Soto Norte, zona clave donde nacen las aguas que abastecen a Bucaramanga. En convenio con la entidad Somonacur, se ha iniciado un proceso para blindar legal y ecológicamente estas zonas. Allí no solo nace el agua, también se reproduce la vida: aves, fauna diversa, y actividades de turismo sostenible”.

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En paralelo, la ciudad está apostando por transformarse desde adentro con una visión de ciudad caminable y verde, basada en el modelo de “los 15 minutos”.

“Estos son corredores verdes que permiten atravesar Bucaramanga de oriente a occidente, conectando cerros, barrios, cuerpos de agua y zonas de biodiversidad. Estos corredores no solo facilitan la movilidad sostenible de las personas, sino también la de los ecosistemas, permitiendo el flujo de especies entre montañas y la regeneración natural del paisaje”.

La capital de la biodiversidad

En Cali, la biodiversidad es una experiencia cotidiana y dicho por su secretario de Gobierno, Diego Hau, es más loma que urbano.

“El 76% del territorio caleño es rural, con siete ríos urbanos, tres rurales, más de 600 especies de aves, y el imponente Parque Nacional Natural Farallones como pulmón y orgullo colectivo. Es esa riqueza natural la que convirtió a la capital del suroccidente colombiano en sede de la COP16 sobre Diversidad Biológica, un evento que dejó una huella profunda en la ciudad y en su proyección internacional”.

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El funcionario agradeció especialmente al gobierno del Reino Unido, uno de los aliados clave durante la COP y en varios proyectos de cooperación ambiental que siguen desarrollándose en la región. “Cuando uno viene a estos foros, viene a mostrar lo que se está haciendo, a buscar alianzas, pero sobre todo, a aprender de otras ciudades capitales. Las ciudades capitales, aunque muchas veces las percibimos solo como urbanas, son en su mayoría rurales”.

La memoria ecológica como guía para el futuro

La representante del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en Colombia, Dolores Barrientos Alemán, hizo un llamado urgente a los gobiernos locales de la región para que integren la memoria ecológica en la planificación urbana.

“La ciudad de hoy no puede desligarse de la naturaleza que existía antes de que llegara el concreto. Hay que preguntarse cómo era nuestro entorno hace 40 o 50 años, cuando nuestros abuelos vivían sin tantas intervenciones urbanas. Ese es el punto de partida para construir resiliencia climática”.

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Barrientos advirtió sobre las consecuencias de ignorar la historia ambiental de los territorios. “Muchas inundaciones o desastres que llamamos naturales son, en realidad, decisiones urbanas mal tomadas. ¿Por qué una calle se inunda con cada lluvia? Porque alguien decidió entubar un río”.

Con ejemplos de México, su país de origen, Barrientos expuso cómo la negligencia ambiental ha dejado una marca de vulnerabilidad estructural. Acapulco, por ejemplo, ha sido destruido repetidamente por huracanes de categoría 5 cada década. “El gobierno reconstruye casas, entrega electrodomésticos, repara calles, pero todo se pierde nuevamente. La ciencia del clima ya lo advierte: cada diez años llega un huracán igual o peor”.