Los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo integral de los niños. Especialistas en neurodesarrollo coinciden en que los primeros cinco años constituyen una etapa crítica en la que se establecen las bases emocionales, cognitivas y sociales que influirán en el resto de sus vidas.
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El neuropsicólogo Álvaro Bilbao, reconocido por su labor en el ámbito del desarrollo infantil, compartió recientemente en sus redes sociales cinco prácticas que considera esenciales para los padres durante esta etapa. Estas acciones, más allá del cuidado físico, están orientadas a fortalecer el vínculo afectivo y la autoestima de los niños.

Fomentar el uso del “te quiero”
Expresar afecto verbalmente ayuda a que los niños normalicen el amor como parte de su vida cotidiana. Escuchar y decir “te quiero” contribuye al desarrollo emocional y a la capacidad de establecer relaciones afectivas sanas en el futuro.
Bailar con ellos sin miedo al ridículo
Antes de que los niños desarrollen vergüenza o autocensura, bailar juntos se convierte en una experiencia lúdica y emocional poderosa. Bailar con un hijo en brazos crea recuerdos significativos y refuerza la conexión emocional.

Compartir momentos íntimos como acurrucarse
Acurrucar a los hijos, aunque sea ocasionalmente, genera sensaciones de seguridad, ternura y unión. No se trata necesariamente de dormir juntos, sino de aprovechar momentos simples que refuercen el apego positivo.
Ofrecer contención emocional en brazos
Abrazar a un niño cuando está triste, cansado o necesita consuelo no solo lo calma, sino que también le enseña que puede confiar en sus figuras de referencia. Sentirse seguro en los brazos de sus padres es una experiencia que deja una huella emocional duradera.

Naturalizar el cuerpo y la desnudez
Permitir que los hijos vean con naturalidad el cuerpo humano, por ejemplo, al cambiarse o ducharse, ayuda a eliminar la vergüenza corporal y fomenta una imagen corporal saludable y segura.