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Isabel Allende ha regresado al mundo que la hizo eterna. Con Mi nombre es Emilia del Valle, su nueva novela publicada este martes 20 de mayo, la escritora chilena vuelve a la saga familiar que comenzó con La casa de los espíritus y siguió con Hija de la fortuna y Retrato en sepia. Esta vez, la protagonista es Emilia, una mujer marcada por el dolor, la guerra y el amor, que logra sobrevivir y volver a empezar.

Es una historia de lucha y redención, contada con la sensibilidad que caracteriza a Allende. Emilia del Valle enfrenta desafíos extremos, y que, como muchas de las heroínas de la autora, se reinventa a través del dolor y la esperanza.

Molly Walsh, una monja irlandesa, queda embarazada de un aristócrata chileno que la rechaza, pero lucha para que su hija, Emilia del Valle, tenga acceso a su herencia. Emilia crece con su madre y un padrastro amoroso en un entorno modesto, convirtiéndose en una joven brillante, independiente y rebelde para su época.

A los 23 años se convierte en columnista del Daily Examiner bajo una identidad falsa, y junto al periodista Eric Whelan cubre la guerra civil chilena entre Balmaceda y el Congreso. En medio del conflicto, Emilia enfrenta violencia, amor, cárcel y muerte, mientras explora sus orígenes y finalmente conoce a su padre.

En Chile también descubre una tierra de belleza y paz, donde quizás halle su verdadero destino e identidad.

Isabel Allende explica que no necesita convocar a sus personajes. Ellos llegan solos. “Empiezo a escribir y de repente aparecen estos personajes. Yo supongo que son todos relacionados con mi abuela materna, esa familia, una familia deliciosa”.

Así nacen muchos de los rostros que muestra en sus libros. A veces ni ella misma sabe por qué están ahí. “Voy por la página 50 y me doy cuenta de que ese personaje podría ser de la familia del baile, y le cambio el nombre”.

No inventa mujeres valientes

En esta nueva novela ambientada en el Chile de 1891, Isabel Allende vuelve a unir historia y ficción, a la vez que traza un paralelismo entre el pasado y el presente: “En ambas ocasiones: 1891 y 1973, hubo un presidente progresista que quiso hacer grandes cambios. En el primer caso, José Manuel Balmaceda. En el segundo, Salvador Allende. Ambos se enfrentaron a una oposición brutal y prefirieron el suicidio antes que el exilio. Son figuras heroicas, en cierta forma”, detalla.

La narradora de la historia es testigo de los hechos, pero no puede anticipar el futuro. “Eso queda en manos del lector. Yo no puedo hacer la conexión”, afirma.

Cuando se le preguntó si hoy habría lugar para una mujer como Emilia del Valle, periodista encubierta y protagonista de esta obra, Allende respondió: “Estoy rodeada de mujeres como Emilia, mujeres fuertes. En mi fundación trabajamos con mujeres en la primera línea, arriesgando muchísimo. A veces arriesgan que las detengan, que las metan presas. Están tratando de defender a las mujeres. Esas son como Emilia. En otro tiempo, en otras circunstancias. Yo no tengo que inventarlas”.

Allende también aseguró que su esencia permanece en cada página a la que le da vida con sus relatos. “El autor o la autora está entre líneas siempre. Uno puede disimularlo, pero uno escribe sobre lo que le importa. Me sería muy difícil escribir una novela íntima sobre una pareja de Nueva York que se está divorciando. No tengo nada que ver con eso. No puedo conectar con una abuela en Nepal. Yo escribo de lo que he vivido: la violencia, la muerte, la pérdida, el amor, la lealtad, la fidelidad. Eso aparece en mis libros”.

Las voces que no deja morir

Conocida como la escritora de habla hispana más vendida y más traducida del mundo tiene claro que la historia, dice, ha estado escrita durante siglos por hombres, para hombres y sobre hombres. Ella, en cambio, escribe para devolverles voz a quienes la historia silenció.

Detrás de esas preguntas surgen personajes que los libros de historia rara vez registran como las cantineras. Allende se indigna. Y desde esa indignación escribe.

“En los documentos militares figuran los generales, los capitanes, las armas, las batallas, ninguna mujer. A mí lo que me interesa cuando hago investigación es encontrar las voces silenciadas. Aquellas que no aparecen en los libros de historia”, expresó la escritora.