La lectura se ha consolidado como una herramienta poderosa para sembrar las semillas de la paz. Más allá de ser una actividad académica o de entretenimiento, leer tiene la capacidad de transformar mentalidades, construir empatía y promover la convivencia.
Teniendo en cuenta esta premisa, el proyecto ‘Paz a la página’, llegó a la primera Feria Internacional del Libro de Barranquilla, el Atlántico y el Caribe (FILBAC), impulsando la educación para la paz.
El proyecto, enfocado en niñas y niños desde preescolar hasta los 12 años, así como en maestras, maestros, familias y comunidades, parte de una curaduría de textos infantiles. Estos libros están organizados en torno a cuatro territorios de paz:
“Se trata de paz conmigo mismo, para fomentar el autoconocimiento y la autoestima, paz con el otro, que promueve la empatía y el respeto por la diversidad, paz en mi territorio o comunidad, para trabajar la convivencia pacífica y el sentido de pertenencia y paz con el medio ambiente, enfocada en la conciencia ecológica”, dijo la directora del proyecto, Lina Trigos, profesora asociada del Departamento de Español del Instituto de Idiomas de la Universidad del Norte.
Además, el trabajo con docentes y familias ha potenciado una visión colectiva de la paz, integrando a toda la comunidad en este proceso. “Esto incluye talleres, actividades de lectura en grupo y diálogos en los que los participantes comparten perspectivas y soluciones para los problemas que enfrentan”.
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En este evento que ha reunido a escritores, editoriales y apasionados por la literatura, los niños han sido protagonistas indiscutibles. Ivana Patricia Peña Rivera, de 10 años, participó en un taller diseñado para acercar a los más pequeños al mundo de los cuentos, impulsada por su padrastro, José Villarreal Gravini, quien ve en estas actividades una oportunidad invaluable para su desarrollo.
“Es una manera de aprestarla hacia la lectura. El taller enseña, de alguna manera, cómo se hace un cuento, y eso abre un mundo de posibilidades en la imaginación de los niños”.
La Feria Internacional del Libro llega en un momento en que el hábito de la lectura necesita ser revitalizado. Según Villarreal, este tipo de eventos son una herramienta clave, aunque señala que aún hay desafíos por superar, como la accesibilidad de los libros. “Es importante que los niños asistan a estas ferias, pero también necesitamos que los precios de los libros bajen y que los eventos se realicen en más lugares”.
Mariana Gómez observa con una sonrisa cómo su hijo Matías, de 7 años, hojea con fascinación un libro de aventuras. Para esta madre, la feria es una oportunidad para fortalecer el vínculo con su hijo y sembrar en él una pasión que los acompañará de por vida.
“Traer a Matías aquí es como abrirle la puerta a un universo nuevo. Es importante que descubra que los libros son mucho más que tareas escolares, que son aventuras, aprendizajes y sueños”.
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Mariana confiesa que la idea de asistir a la feria nació como una forma de reconectar con Matías tras las largas horas de trabajo que suelen apartarla de su rutina diaria. “Muchas veces, las prisas nos alejan, y me di cuenta de que necesitábamos un espacio para estar juntos. La feria es perfecta porque podemos aprender y disfrutar al mismo tiempo”.