Las relaciones de pareja son complejas y están en constante evolución. Para que sean duraderas y saludables, es necesario construir vínculos basados en la comunicación, la confianza, el respeto y el compromiso mutuo.
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A lo largo del tiempo, las parejas enfrentan distintas etapas que exigen adaptación y esfuerzo. Dormir en camas o habitaciones separadas durante años se consideró que podía ser una señal de distanciamiento, hoy se reconoce que puede tener efectos positivos en la relación.
Dormir por separado puede mejorar la calidad de vida de ambos integrantes de la pareja, especialmente cuando existen diferencias de hábitos, como insomnio, horarios opuestos o preferencias de descanso distintas.

Los expertos señalan que esta práctica no implica una desconexión emocional o sexual, sino que busca respetar las necesidades individuales, lo que a su vez “oxigena” la relación.
Según la National Sleep Foundation de Estados Unidos, una de cada cuatro parejas opta por dormir en camas separadas, sin que esto afecte negativamente su vínculo afectivo. Al contrario, puede ser una herramienta para evitar tensiones nocturnas y favorecer el descanso de cada uno.

Es importante recordar que no todas las relaciones siguen un mismo patrón. Factores como los cambios personales, las expectativas no cumplidas o la falta de entendimiento pueden generar conflictos. En estos casos, la empatía, el diálogo sincero y el respeto por la individualidad del otro son esenciales.