
La Ley del Montes | ¿Una pelea perdida?
La eliminación del prohibicionismo para combatir las drogas y la crisis del medio ambiente serán los asuntos más importantes que tratará Gustavo Petro ante la ONU. ¿Qué tanto futuro tiene esa ambiciosa apuesta?
Luego de guardar reposo y superar una severa bronquitis que lo afectó por varios días, hoy emprende su primer periplo internacional en calidad de jefe de Estado el presidente Gustavo Petro. Viajará hacia los Estados Unidos, donde intervendrá el martes en Nueva York en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Su discurso tendrá como eje central el cambio climático, que ha sido una de sus principales banderas no solo como presidente, sino también como congresista y alcalde de Bogotá.
Durante su estadía en Nueva York, que se prolongará hasta el jueves, Petro se reunirá con varios presidentes y líderes mundiales, con quienes compartirá agendas relacionadas con medidas para enfrentar y superar la crisis medioambiental que sufre el mundo. El jueves se reunirá con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. También tendrá un encuentro con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, así como con distintos voceros de organismos internacionales.
La asistencia de Petro y su intervención en la Asamblea General de la ONU es de gran trascendencia para Colombia, pues es la primera vez que la comunidad internacional podrá escuchar sus iniciativas no solo dirigidas a Colombia, sino –sobre todo– al mundo en lo que tiene que ver con dos temas que para Petro son fundamentales: la crisis climática y la eliminación del modelo prohibicionista en la lucha contra las drogas. No hay mejor escenario que la Asamblea de la ONU para que Petro le diga a la comunidad internacional qué soluciones tiene para ambos fenómenos.
Se trata, pues, de una gran oportunidad para que las potencias mundiales, en especial Estados Unidos, escuchen las observaciones y críticas del presidente de Colombia a la que considera una conducta depredadora y abiertamente irresponsable, tanto en destrucción del medio ambiente, como en consumo desaforado de drogas.
Pero la Asamblea General de la ONU es también la oportunidad de Petro para mostrar un liderazgo regional en asuntos que no hacen parte de la agenda de los demás gobernantes de América Latina, incluyendo los presidentes de México y Brasil, Andrés Manuel López Obrador y Jair Bolsonaro, llamados a ser líderes naturales de la región, tanto por el tamaño de sus países, como por los multimillonarios presupuestos que manejan.
En momentos en que la región adolece de liderazgos políticos, Petro tiene el reto y la pretensión de llenar el vacío existente. Para ello ha tomado como bandera dos asuntos trascendentales en materia internacional, que sin duda despertarán el interés de los líderes mundiales. ¿Qué tanto impacto causará el “Petro internacional”, que debutará ante el mundo el próximo martes en la Asamblea general de la ONU? ¿Podrá Petro seducir a la comunidad internacional en dos asuntos que hasta la fecha han crecido, entre otras razones, gracias a la indiferencia de los países del mundo, en especial las potencias?
Es una verdad irrefutable que América Latina perdió el liderazgo que durante décadas ejerció. Los mandatarios de hoy carecen del carisma y la voz de mando de sus predecesores. Punto. Independientemente de sus diferencias políticas, los nombres de Lula, Chávez, Uribe y Santos, para citar los más recientes, siguen siendo añorados por quienes consideran que sus sucesores no han estado a la altura de las circunstancias, sobre todo a la hora de hacerse oír en los escenarios internacionales.
Hoy el asunto es mucho más grave. Ni siquiera la figura del mexicano Andrés Manuel López Obrador ha logrado posicionarse como referente de una región que requiere con urgencia liderazgos. Gabriel Boric en Chile y Pedro Castillo en Perú están muy lejos de gozar del prestigio que se requiere para hacerse sentir ante el mundo. Jair Bolsonaro no logró trascender como líder de la derecha en el continente, como sí lo hizo Lula con la izquierda. Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua hacen parte de la lista de “sátrapas” de América Latina.
Su reputación y respeto están por el piso. En medio de este panorama sombrío y desalentador surge la figura de Gustavo Petro en Colombia, quien tiene el enorme reto de consolidar un liderazgo regional mediante un discurso novedoso y atractivo, alejado de “conflictos internos” y de “tambores de guerra”, en el caso colombiano. Para ello deberá alejarse del discurso populista que tanto gusta a la galería y que tanto daño hace a la economía de los países. Con seriedad y responsabilidad, Colombia está llamada a recuperar los espacios perdidos en América Latina, como ocurrió en el pasado con Alberto Lleras Camargo, con la creación de la OEA, o con Belisario Betancur, durante la pacificación de Centroamérica, con el llamado Grupo de Contadora.
La apuesta de Gustavo Petro por convertir a Colombia en una “potencia mundial de la vida”, como se llama su programa de gobierno, es sin duda ambiciosa.
En campaña, Petro anunció que Colombia dejaría de ser una “potencia mundial de la muerte” para convertirse en una “potencia mundial de la vida”. Defender la vida en todas sus manifestaciones será, pues, su compromiso como gobernante. Es mucho más que un eslogan de campaña. No será una tarea fácil en un país que por décadas ha rendido culto a la desaparición violenta y al asesinato de quienes piensan distinto. De hecho, la muerte violenta de líderes sociales no ha cesado desde el pasado 7 de agosto, día de la posesión de Petro.
La llamada “paz total” también apunta a silenciar los fusiles de quienes desde la ilegalidad atentan contra la vida de los colombianos. La apuesta del gobierno es desactivar todas las fuentes generadoras de violencia, incluyendo las organizaciones criminales, carentes de motivaciones políticas. Es decir, la “paz total” no solo incluye al Eln y las llamadas disidencias de las Farc, sino también a los grupos narcotraficantes. De este complejo y delicado asunto también deberá hablar Petro ante la comunidad internacional.
¿Cuál es el verdadero alcance de una negociación con grupos criminales narcotraficantes? ¿Qué es negociable y qué no lo es? ¿Todo es negociable?
En un país inundado de plantaciones de hojas de coca (más de 250.000 hectáreas sembradas), que es también uno de los mayores productores de cocaína del mundo y que –además– ha visto crecer el consumo interno de manera extraordinaria, lo primero que debería hacer un gobernante es ponerse al frente de una cruzada que permita la drástica reducción en esos indicadores. Es también lo más responsable y sensato. Ello no significa que el país deje de abanderar una campaña internacional para crear conciencia acerca de la ineficiencia del prohibicionismo como herramienta para luchar contra las drogas, que será uno de los temas que tratará Petro ante la ONU. Primero lo primero.
Mientras la comunidad internacional desmonta el prohibicionismo, como pretende Petro, Colombia debe intensificar la erradicación de los cultivos ilícitos. No hacerlo es exponer al país a un incremento exponencial de cultivos ilícitos y –lo más grave– llevar a nuestros jóvenes al consumo masivo de drogas ilícitas. Colombia no solo exporta, sino que consume grandes cantidades de narcóticos. La erradicación de los cultivos ilícitos debe darse sin contemplación, mientras el mundo cambia el modelo actual de la política antidrogas que por décadas ha liderado Estados Unidos.
Antes que convencer a los colombianos de las bondades de acabar con el prohibicionismo, Petro debe convencer a Estados Unidos, que es quien pone la plata y dona helicópteros y otras aeronaves para hacerle frente a ese flagelo. Y hasta ahora el “Tío Sam” se ha mostrado inflexible en el cambio de esa política.
La designación de Nicolás Maduro como garante del proceso de paz con el Eln terminó por causarle un dolor de cabeza a Petro antes de su viaje a Estados Unidos y su encuentro con Joe Biden. Ese tema, sin duda, estará sobre la mesa y lo pondrá el presidente de Estados Unidos. La lectura que hace Estados Unidos de Maduro es muy distinta de la que hace Petro.
Para congresistas estadounidenses –tanto republicanos como demócratas– Maduro es un gran violador de derechos humanos y es aliado de grupos guerrilleros colombianos, como el Eln. Esos mismos congresistas –con quienes Biden debe llegar a acuerdos para sacar adelante sus iniciativas– se han mostrado particularmente muy críticos con la decisión soberana de Petro de designar a Maduro como garante de un eventual diálogo de paz con el Eln.
De cualquier manera, Maduro tendrá que jugar un papel fundamental a la hora de explorar y consolidar la “paz total” de Petro, como en su momento lo jugó durante la negociación del presidente Juan Manuel Santos con las Farc.