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El presidente Gustavo Petro en su intervención en el foro de París. Presidencia
Política

La Ley del Montes | Petro ante el mundo

¿Podrá volver realidad su discurso sobre paz total, defensa de la Amazonía, promoción de los derechos humanos y transición energética?  

La imagen de un Gustavo Petro sonriente en París, al lado de Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo, sede del gobierno francés, sirvió de colofón de su primera gira internacional como presidente de Colombia. Dicho periplo comenzó el 6 de noviembre con su visita a Egipto, donde intervino en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2022.

Con un lenguaje hiperbólico, grandilocuente y casi siempre fatalista, Petro llamó la atención de la comunidad internacional sobre la responsabilidad que tienen las naciones en la suerte de la humanidad en las próximas décadas. “Vamos a definir –sostuvo Petro en la COP27 de Egipto– si la humanidad es capaz de existir en el planeta o si definitivamente vamos por el camino de la extinción”.

Luego de su encuentro con líderes ambientalistas mundiales y con distintos jefes de Estado, a quienes les reiteró la urgente necesidad de “salvar el planeta”, Petro se trasladó a París, donde –aparte de encontrarse con Macron y con la alcaldesa de esa ciudad, Anne Hidalgo– asistió a la sede de la Ocde.

En París, la agenda de Petro enfatizó en la defensa y promoción de los derechos humanos y en la llamada paz total, temas de los que habló con Macron, quien –según palabras de Petro– jugará un papel muy importante tanto para la paz en Colombia, como en los acercamientos entre Nicolás Maduro y la oposición venezolana.

Ver a un Petro rozagante y feliz, al lado de su homólogo francés, evidenció también la alegría de quien tuvo la oportunidad de plantear en escenarios internacionales las que son sus cuatro grandes preocupaciones como jefe de Estado: el medio ambiente, la paz total, la transición energética y la defensa de la Amazonía.

En todos los escenarios donde participó, Petro habló de lo que considera deben ser los ejes fundamentales de una nueva agenda mundial. En el plano nacional, esos también han sido los asuntos que más han llamado su atención y en los que más ha enfatizado en sus primeros 100 días de gobierno. En otras palabras: Petro trasladó al plano internacional las que son sus principales preocupaciones desde que tomó posesión como presidente de los colombianos el pasado 7 de agosto.

Los cuatro temas que desvelan a Petro son los mismos que le quitan el sueño a la mayoría de los gobernantes del mundo y –claro– también a los colombianos. A estos últimos también los desvela otro asunto muy grave: la corrupción, rampante y creciente en todos los gobiernos, incluyendo el suyo.

Aunque este último asunto fue una constante durante la campaña presidencial, ya una vez instalado en la Casa de Nariño, Petro optó por marginarlo de su agenda, intimidado quizás por los duros reparos a varios de los nombramientos realizados, tanto diplomáticos como en el Ejecutivo. Su estrecha relación con la clase política tradicional, a la que cuestionó de candidato y acogió sin reparos de presidente, terminó pasándole una notoria cuenta de cobro.

¿Cómo le fue a Gustavo Petro en su primera gira internacional como presidente de Colombia? ¿Qué tan viable son los asuntos planteados en su agenda?

El Realismo Mágico no es terreno para la política

A los hombres y mujeres del Caribe nos caracteriza el uso de la hipérbole como uno de los recursos más efectivos y efectistas a la hora de comunicarnos. Somos exagerados por naturaleza cuando hablamos. Nadie mejor que Gabriel García Márquez para ejemplarizar cómo nos expresamos quienes hemos nacido en este Caribe inmenso. El Realismo Mágico no es otra cosa que la “recreación” de la realidad, mediante la exageración. En Macondo los aguaceros no duran horas, ni días, sino semanas y años. Las niñas no se “vuelan” con sus novios en noches de luna clara, como les sucede a algunas adolescentes enamoradas, sino que desaparecen en el cielo radiante, envueltas en sabanas blancas, como le aconteció a Remedios La Bella. Macondo es el universo de ese Realismo Mágico de Gabo donde reina la hipérbole. Pero una cosa es la ficción literaria –aunque tenga una buena dosis de realidad– y otra muy distinta es esa realidad vista desde el mundo objetivo y frío de la política.

Cuando Petro exagera en su discurso, su argumento de inmediato pierde peso. El uso recurrente de la hipérbole lo baja de su pedestal de estadista y lo lleva al plano de la caricatura y el ridículo. No es cierto que si Colombia extrae todo su carbón, por ejemplo, como afirmó en París, “la humanidad se acaba”. Eso es mentira. Punto. Esa afirmación no solo no es cierta, sino que carece de verosimilitud. Esa frase en Colombia produce risa, pero en Europa causa preocupación por venir de boca de un jefe de Estado.

En París esas exageraciones se las admitían, celebraban y hasta se las creían a Gabo, pero al presidente Petro no se las creen, sencillamente porque no son ciertas. Ello no significa que no estén preocupados por la crisis climática y no promuevan la transición energética. Obvio que sí. Pero Petro no escribe novelas, sino que gobierna un país. El liderazgo latinoamericano y mundial que pretende Petro se debilita de forma grave cuando se vale de la exageración y –hasta de la fatalidad– en su discurso.

El mundo no se acabará si Colombia extrae todo su carbón o si Venezuela se queda sin petróleo. Petro tampoco es el salvador de la humanidad, aunque él crea que sí lo es.

Los “gobiernos amigos” también violan derechos humanos. ¿O no, señor Maduro?

Gustavo Petro también flameó en su periplo internacional la bandera de la defensa de los derechos humanos, otro grave asunto que también preocupa al mundo. Pero el discurso furioso y contundente de Petro a la hora de señalar a las potencias –en Especial Estados Unidos– de ser las grandes responsables de la crisis climática y medioambiental, se vuelve tímido y tibio cuando se trata de responsabilizar a Venezuela, Rusia y China de ser violadores de derechos humanos.

El Petro iracundo que repudia el imperialismo “gringo” se esfuma a la hora de condenar a los gobiernos con los que tiene afinidad ideológica. A Maduro no solo no lo señala de violador de derechos humanos, sino que lo vuelve protagonista de primer nivel en la negociación con el Eln. Petro no puede ignorar –sin embargo– la gravedad de la violación de los derechos humanos por parte del régimen de Maduro, en especial de quienes son sus opositores o hacen parte de los medios de comunicación críticos de su mandato.

Petro también debe condenar –sin tibieza ni titubeos– la ocupación de Rusia a Ucrania. Lo que él llama “guerra” no es cosa distinta que la invasión a sangre y fuego por parte de Rusia a Ucrania. Los derechos humanos no distinguen de ideologías, ni colores políticos. Petro –que lo padeció en sus años de subversivo– debe saberlo.

Maduro, ni defiende el medio ambiente ni promueve los derechos humanos

Pero Petro no solo no condena al régimen de Nicolás Maduro, sino que también pretende lavarle la cara ante la comunidad internacional. Intercede ante Macron en París para que ayude en los acercamientos con la oposición venezolana, al tiempo que ubica a Maduro en primera fila como uno de los defensores de la Amazonía, al lado de Brasil –que ahora será gobernado por Lula– y de Colombia. Una cosa es restablecer relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela –tarea en la que se están empleando a fondo tanto Petro como el embajador Armando Benedetti– y otra muy distinta es pretender venderle al mundo la imagen “ecológica y medioambiental” de Maduro.

El presidente de Venezuela no es defensor del medio ambiente ni mucho menos promueve los derechos humanos. Los coqueteos con Maduro podrían terminar afectando las relaciones con Estados Unidos, ese sí nuestro principal aliado y socio comercial. El hecho de que Estados Unidos haya mantenido una actitud prudente hasta el momento no significa que no siga con lupa los movimientos del Gobierno colombiano en lo que tiene que ver con Venezuela y China, país con el que Petro quiere estrechar aún más sus lazos. Además, a la hora de promover los derechos humanos, los discursos deben ir acompañados de hechos.

¿Qué sentido tenía incluir en la comitiva presidencial que se entrevistó con Emmanuel Macron al profesor Fabián Sanabria, contra quien existen graves denuncias por acoso sexual? ¿El voluminoso expediente contra Sanabria no fue suficiente para excluirlo de la lista de “notables colombianos” que se entrevistaron con Macron? ¿Ser amigo del Gobierno lo exime de los graves señalamientos?

Petro, ¿líder político de América Latina?

Petro tiene todo el interés de convertirse en el líder de la izquierda democrática en América Latina. Eso nadie lo duda. La pregunta es: ¿lo puede lograr? Su gran antagonista en el cumplimiento de ese propósito será Luis Inacio Lula Da Silva, elegido una vez más presidente de Brasil. Por su experiencia, influencia y capacidad de gestión, Lula es el líder natural de la izquierda en el continente. Su voz se escucha con atención en todo el mundo y no solo en América Latina. Los escándalos de corrupción, por los que pagó cárcel, no solo son cosas del pasado, sino que lo fortalecieron electoralmente. Al igual que Petro, es un gran defensor de la Amazonía y también de los derechos humanos. Pero a diferencia de Petro, su discurso por la transición energética es menos radical. De hecho, Lula considera que la prohibición de futuras exploraciones de petróleo, como piensan Petro y la ministra Irene Vélez, es una gran equivocación.

Mientras Ecopetrol se debilita a pasos agigantados en manos de Petro, Petrobras salió fortalecida en los dos mandatos de Lula. Los otros líderes de la izquierda latinoamericana –Andrés Manuel López Obrador en México, Nicolás Maduro en Venezuela, Gabriel Boric en Chile y Pedro Castillo en Perú– están lejos de acercarse a Petro –quien apenas cumple 100 días de mandato– y al propio Lula. De manera que la consolidación de Petro como el gran líder que sueña ser depende no solo de sus aciertos, sino –sobre todo– de sus errores.

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