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Colombia ha recibido con júbilo las medallas de plata logradas en los Juegos Olímpicos de Londres. Los héroes nacionales han sido el ciclista de 25 años Rigoberto Urán y el pesista de 29 años Óscar Figueroa Mosquera, quien, además, batió el récord olímpico en envión. Shakira, la internacionalmente famosa cantautora barranquillera, escribió emocionada en su cuenta de Twitter: “Dos medallas de plata para Colombia hasta hoy. ¡Vamos por más!”.

En el caso particular de Figueroa, el triunfo es admirable porque hace cuatro años en los Juegos Olímpicos de Pekín vio frustrados sus sueños por una lesión en la muñeca que lo colocó a las puertas del retiro. Esta vez fue su revancha.

En ambos deportistas colombianos, la victoria obtenida es un producto indiscutible de la disciplina, el trabajo y la fortaleza mental. Demostraron que Colombia –si se lo propone– puede dar deportistas de alta competencia. Con alma y sangre de campeones.

Nuestra delegación va por más y tiene con qué. En los demás deportes tenemos figuras con las condiciones y la preparación para dejar bien en alto sus nombres y el de Colombia.

Nuestro país alcanza hasta ahora 13 medallas en la historia del olimpismo, 4 de las cuales en pesas, que ha sido el deporte que más gloria nos ha dado. Las otras disciplinas en las que hemos obtenido medallas han sido tiro deportivo, boxeo, atletismo, ciclismo y lucha.

No se nos puede olvidar que fue el barranquillero de ascendencia alemana Helmut Bellingrodt el que abrió la senda en Múnich-1972, donde ganó una medalla de plata en la prueba llamada tiro al jabalí. Bellingrodt logró otra de plata en Los Ángeles-1984 y se convirtió en el único colombiano que ha subido a dos podios olímpicos.

Por su parte, la pesista vallecaucana María Isabel Urrutia tiene el inmenso mérito de haberle dado a nuestra patria la primera medalla de oro en los juegos de Sydney 2000.

En el listado de los recuerdos tampoco podemos omitir nombres que le han dado lustre al país como Ximena Restrepo, Eliécer Julio, María Luisa Calle, Diego Salazar, Jackeline Rentería, Mábel Mosquera, Alfonso Pérez y Clemente Rojas. E incluso hay que mencionar al ya olvidado por las generaciones actuales Jorge Perry Nova Villate, un atleta boyacense que fue la única representación colombiana en los Olímpicos de Los Ángeles de 1932 y que participó en una maratón, pero a los diez kilómetros de esta se desmayó. Sin embargo, le otorgaron la Medalla al Mérito.

Desde esa heroica y solitaria representación, Colombia ha venido incrementando sus expediciones deportivas olímpicas al punto de que hoy nos representa más de un centenar de atletas en Londres, la más nutrida delegación en la historia de estas justas (aunque también una frondosa y cuestionable burocracia ejecutiva que siempre se apunta en estos periplos internacionales), y aspira el país a ganar un lugar de liderato en América Latina. Por el momento ya lleva dos medallas de plata.

Como reflexión es importante subrayar que los triunfos de Colombia en Olímpicos han sido siempre individuales, lo que evidencia nuestra debilidad en las competencias por equipos. Refleja eso el talante nacional, nuestra inclinación proverbial al individualismo en desmedro del trabajo grupal. Es algo que tenemos que superar, pues los éxitos de un país, en todos los campos, no dependen solo de los destellos de las individualidades sino del esfuerzo colectivo.

Desde luego, tenemos razones para estar alborozados por los éxitos de Figueroa y Urán. Han puesto en la cima la bandera tricolor de Colombia. Tenemos que ir por más, como ha dicho nuestra gran Shakira.