'Nooo, yo no me quito el bigote, me retiro, pero ¿qué tal?...', respondió hace unos días el general Rodolfo Palomino a varios comunicadores que le interrogaban sobre su misión de disciplinar a los miembros de la institución y de promover en ella el respeto de los derechos humanos. La frase surgió cuando el veterano periodista Juan Carlos Martínez le preguntó si era capaz de afeitarse el mostacho, en caso de que fallara en el intento.
El oficial continuó: '¿A quién le estorba mi bigote?... ni siquiera a mi señora…'. Valga la anécdota a propósito del fallo que acaba de expedir el Consejo de Estado mediante el cual declara la nulidad de la Resolución 2495 del 25 de agosto de 1997, expedida por el director de la Policía de ese entonces, general Rosso José Serrano, mediante la cual se permitía el uso del bigote exclusivamente a los oficiales de mayor rango.
Además de tal restricción, dicha resolución establece normas relacionadas con el uso del uniforme, las insignias, y las condecoraciones. En uno de los apartes, la disposición firmada por Serrano, en su tiempo considerado el mejor policía del mundo, reza: 'El uso y porte del uniforme policial, constituye un motivo de honor y dignidad personal, su uso debe ser correcto, impecable y elegante en todo lugar y ocasión'.
Respecto a la decisión, considera el alto tribunal en la sentencia, que será divulgada una vez sean notificadas las partes, que 'aunque las personas que ingresan a la Policía Nacional lo hacen de manera libre y autónoma, y se someten a los reglamentos propios de la institución, los cuales son públicos y ponen de manifiesto estrictas normas de presentación personal para disciplinar a sus miembros, dichos reglamentos no pueden vulnerar derechos fundamentales como la igualdad'.
La magistrada María Claudia Rojas Lasso, de la Sección Primera, quien presentó la ponencia, establece que dicha norma 'impedía a unos miembros de la institución usar el bigote', prohibición violatoria de la igualdad entre los uniformados. En concepto del Consejo de Estado, las personas son iguales ante la ley, e independiente de que en ocasiones algunas reciban un trato desigual, este no debe estar fundado en la arbitrariedad.
De esta manera la alta corte ha resuelto una demanda de nulidad interpuesta, según lo estableció EL HERALDO, por el ciudadano huilense Henry Castillo Casas, con quien se intentó comunicación sin el logro de una respuesta favorable.
El poder del bigote. Fuentes policiales consultadas por EL HERALDO explicaron que el uso del bigote es un tema más relacionado con la disciplina y la presentación personal. Un intendente que, en teoría podría verse beneficiado con el fallo del Consejo de Estado, aseguró que el bozo riñe con el uso del uniforme. 'imagínese a un auxiliar bachiller, uniformado, luciendo unos bigotes insípidos…', anotó.
Mientras habla, el suboficial saluda a un superior que pasa: ' Observe a mi coronel, lo bien presentado que está, y con la cara afeitada'. Sin embargo, el subintendente confiesa que al interior de la Policía, como lo consideraban respecto a la barba los egipcios de la antigüedad, el bigote es signo de autoridad. De tal manera que, en ese orden de ideas, no ha estado bien visto que un uniformado de menor rango, de cierto modo 'se iguale' con un superior.
Así las cosas, y al amparo de la decisión del Consejo de Estado, el general Rodolfo Palomino, que por nada del mundo se quitaría su emblemático mostacho, y en armonía con sus principios, deberá aceptar que en adelante algún patrullero o subintendente quiera lucir un look parecido al suyo, o al del general (r) Luis Ernesto Gilibert, poseedor de otro histórico bigote que pasó por la comandancia de la Policía Nacional.