Pocas semanas antes del bombardeo que pondría su vida en jaque, la escritora Victoria Amelina, a través de sus redes sociales, enumeraba incesante y meticulosa el día a día en ciudades invadidas por un fenómeno dentro del fenómeno: mientras buena parte de Ucrania seguía -y sigue- en un frente de defensa contra el poder bélico de Rusia, ciudades enteras se vieron inundadas por el colapso de la represa de Nova Kakhovka.
{"titulo":"Cancillería debe entregar nota de protesta: Petro tras ataque ruso en Ucrania","enlace":"https://www.elheraldo.co/colombia/gustavo-petro-pide-cancilleria-entregar-nota-diplomatica-de-protesta-tras-ataque-ruso-en"}
El colapso de la represa trajo consigo una de las peores desastres naturales, industriales y ecológicas para el país dirigido por un Volodímir Zelenski que en los últimos días ha sostenido constantes conversaciones con la diplomacia de diferentes naciones para seguir gestionando ayudas en pro de su país. Una labor muy similar a la optada por Amelina desde la explosión de la guerra.
Pero para hablar de ella, hace falta recordar aquel primero de enero de 1986. Nacida hace 37 años atrás, la escritora se crió en Lviv, una de las ciudades más grandes del oeste ucraniano, para partir a una breve, pero decisiva pasantía en Canadá que le ayudaría a definir para siempre su propósito de vida: ser escritora.
Por trece años estuvo radicada en Norteamérica ejerciendo una carrera de alta tecnología orientada en negocios internacionales. 'Trece años alienígenas', describiría posteriormente. Volver a su nación fue motivo de esperanza e ilusión pues, tras la publicación de su primer libro (El síndrome de la caída: sobre el Homo Compatiens) en 2015, el mundo de la cultura en su país se decantaría de par en par en su favor.
El Homo Compatiens del que habla en su libro nace a partir de una descripción de lo sucedido en los días del Euromaidán, un fenómeno político en Ucrania que acabó con un cambio de gobierno y muchas horas de protestas sociales traducidas en muertos, desaparecidos, la masacre de cerca de 50 manifestantes en la Plaza de la Independencia el 20 de febrero de 2014 y el consecuente derrocamiento del presidente Víktor Yanukóvich, líder de la formación política prosoberana Partido de las Regiones.
Desde entonces, Amelina adquirió gran prestigio en su territorio que se revalidó a través de los años con premios como el Joseph Conrad o como finalista del Premio de Literatura de la Unión Europea. Durante los días de la guerra se tradujo por primera vez uno de sus libros al español, Un hogar para Dom, al tiempo que trabajaba visitando los lugares a los que primero había llegado la devastación de la guerra.
Siguiendo esa vocación, una Amelina de floreciente talento y personalidad amable y ligeramente extrovertida, según describen varias publicaciones europeas, arribó este martes a una reunión en la pizzería Ria de la ciudad de Kramatorsk junto con tres colombianos: el escritor Héctor Abad Faciolince, el excomisionado de paz Sergio Jaramillo y la reportera Catalina Gómez Ángel. Entonces la guerra, a la que había perseguido por meses desde las sombras, la sorprendió de lleno.
Fueron dos los misiles que impactaron en el centro de la urbe. Entonces, la fatalidad. Hasta el momento son 11 los muertos contabilizados, entre ellos tres niños, y 5 decenas de heridos. Aunque los colombianos no sufrieron mayores daños, el gran estrago cayó sobre la humanidad de la escritora, que sufrió heridas de gravedad que mantienen a su familia y amigos, entre ellos la actual premio Nobel de Paz, Oleksandra Matviichuk, en un dilema por su supervivencia.
{"titulo":"'Fue como si saliera del fondo de la tierra': Héctor Abad sobre bombardeo","enlace":"https://www.elheraldo.co/mundo/bombardeo-en-ucrania-hector-abad-relata-como-fue-el-ataque-al-restaurante-en-el-que-estaba-con"}
En estado crítico, la escritora fue hallada entre los escombros de la pizzería y posteriormente conducida de Kramatorsk hacia Dnipró, otra de las ciudades donde la convulsión de la guerra ha sido frecuente.
Se encontraba con los autores colombianos por la reconocida reputación de Abad Faciolince y también el trabajo de Jaramillo como Alto Comisionado para la Paz. Ambos habían sido invitados a la eria del Libro de Kiev con la campaña ‘Aguanta Ucrania’.
'Sentíamos un poco que nuestro deber era ver qué era lo que pasaba, por qué estamos diciendo que lo de Ucrania es tan importante', expresó al respecto Héctor Abad Faciolince. 'Uno sentía cerca el olor de la guerra, pero nunca pensamos que en un restaurante lleno de civiles, de niños, de mujeres, también de soldados -hay soldados por toda la región-, pues que ahí, como una bomba de precisión o un misil perfectamente teledirigido a la hora en la que más gente había en el restaurante, poco antes del toque de queda, tiraran un misil contra lo que más les duele, contra la libertad'.
Las opiniones del escritor colombiano coinciden en manera ideológica a las que antes expresaba Amelina, quien en abril de este año sostuvo una conversación con el diario Kyiv Independent, donde explicaba que no creía que 'el derecho y los derechos humanos sean campos reservados para personas con títulos en Derecho. La ley se trata de seres humanos en última instancia, o al menos debería tener a las personas en el centro; eso es lo que hace que el derecho se asemeje a la literatura'.
En ese sentido, su actividad en el marco de la guerra se tradujo como una lucha frecuente por la libertad civil, siendo una voz crítica frecuente de las consecuencias de la guerra en contra de la sociedad ucraniana: 'es muy importante acercarse a los sobrevivientes, por ejemplo, las madres de quienes han sido torturados y asesinados, y simplemente escucharlos y hacerles saber que a alguien le importa', reveló en una entrevista con The Irish Times, de Irlanda.





















