Compartir:

Las masacres repetidas en los últimos meses en varias cárceles de Brasil entrañan una lucha cruenta entre bandas criminales rivales por el control de las rutas de tráfico de drogas que entran al país, pero también las de salida de productos químicos demandados por los carteles productores de cocaína.

Esta es la tesis del ex secretario nacional antidrogas de Brasil Wálter Maierovitch, quien destacó en una entrevista con Efe el salto estructural que han dado en los últimos años las dos mayores bandas criminales de Brasil: el Comando Vermelho (CV) y el Primer Comando de la Capital (PCC).

'Estas organizaciones criminales pasaron de ser cuadrillas a tener un estatus premafioso porque han conseguido tener control territorial y social y ahora están consiguiendo incluso actuar en la región de frontera', afirma este juez retirado, fundador además del Instituto Brasileño Giovanni Falcone de Ciencias Criminales.

CV, que controla el tráfico de drogas en Río de Janeiro, y el PCC, una poderosa organización comandada desde las cárceles de Sao Paulo, han protagonizado en los últimos meses sangrientos motines en varias prisiones del país después de que ambas estructuras rompieran su alianza a mediados de 2016.

El último, la violenta reyerta de 17 horas en el Complejo Penitenciario Anísio Jobim (Compaj), ubicado en la ciudad amazónica de Manaos, que dejó un balance de 56 muertos, cuando miembros de Familia Do Norte (FDN), vinculada al CV, iniciaron una disputa cruenta contra los internos del PCC.

En la madrugada del pasado viernes se produjo la muerte de al menos 33 internos en una cárcel de Boa Vista, capital del estado de Roraima, fronterizo con Venezuela y Guyana.

Familiares de los detenidos muertos durante el motín en una cárcel de Manaos lloran mientras esperan información, el martes 2 de enero.

'Por detrás de esta tragedia, está la cuestión de las drogas', explica Maierovitch, quien compara a estas dos grandes organizaciones con la mafia italiana por tener un organigrama piramidal con una cúpula de gobierno.

Y es que estas estructuras 'se comunican y dirigen la organización desde dentro de las cárceles', hasta el punto de que 'algunos jefes, con poder de mando, están internos', mientras que 'el Estado no consigue tener control de los presidios'.

El jurista relata que en un comienzo los dos grupos traficaban solo en el interior de las cárceles, pero pronto se dieron cuenta del potencial que tenía controlar las rutas fronterizas que sigue la droga y ahí comenzó la lucha por el poder tanto dentro como fuera de las prisiones.

'La región norte es una de las principales entradas de droga del país, sobre todo en la parte fronteriza con Colombia y Perú. Pero actúa como una vía dupla, no solo entra droga, porque las bandas brasileñas exportan productos químicos para Colombia, Perú y también Bolivia', asevera el antiguo zar antidroga del gigante suramericano.

La tercera mayor frontera

Desde su punto de vista, los narcotraficantes de Colombia, Bolivia y Perú 'tienen la materia prima, que es la hoja de coca, pero no tienen la industria química suficiente necesaria para transformarla en clorhidrato de cocaína'.

'Necesitan de otros productos y Brasil tiene la mayor industria química de toda América Latina', apunta Maierovitch.

Brasil tiene la tercera mayor frontera del mundo, con cerca de 17.000 kilómetros cuadrados, limítrofe con diez países suramericanos, una franja donde están situadas 710 localidades, según datos oficiales del Gobierno de Brasil.

Es precisamente en esos municipios fronterizos, donde Maierovitch estima que hay que poner el foco en el combate al narcotráfico, y no en planes de vigilancia en la selva amazónica porque el tráfico 'necesita carreteras, entidades bancarias y de una estructura de ciudad' para llevar a cabo sus actividades delictivas.

'Hay veces que el movimiento bancario en estos puntos es superior al producto interior bruto (PIB) de la propia ciudad y eso es un indicativo de que seguramente sea movimiento de narcotráfico', interpreta el antiguo magistrado y agrega, igualmente, que a los carteles se les combate 'atacando su economía'.

La situación de la frontera con Paraguay es diferente pero igual de delicada, pues hay tráfico de armas y otro tipo de drogas como la metanfetamina, que se une al 'contrabando de cigarrillos o ropa de marca', entre otros productos.

'El PCC se consiguió infiltrar en Paraguay, donde el fuerte es la marihuana. Consiguió desarrollar marihuana genéticamente modificada, que puede ser cultivada todo el año. Incluso compraron haciendas en Paraguay para explorar ese tipo de cosas ya que la marihuana tiene un mercado mucho mayor que el de la cocaína', sentencia Maierovitch.

A pesar del poder de estas facciones en la frontera amazónica, Maierovitch descarta que el país pueda vivir una situación parecida a la de México.

En Brasil 'no hay organizaciones tan potentes', pues los carteles aztecas ofrecen 'cocaína y heroína' y además reciben armas y munición del mercado norteamericano' lo que fortalece sus estructuras, concluyó.

Sobrecupo de 67,3%

Tras la tragedia en Boa Vista, la tercera mayor de la historia carcelaria del país, el presidente de Brasil, Michel Temer, puso a disposición del estado de Roraima 'todos los medios federales' para 'auxiliar' en las labores de seguridad.

Con 622.000 presos -un 67,3 % más de su capacidad-, Brasil tiene la cuarta mayor población penal del mundo, por detrás de Estados Unidos, China y Rusia.

Para contener el colapso carcelario, el Gobierno presentó este jueves un Plan Nacional de Seguridad Pública, el cual fue detallado por el ministro de Justicia y comenzará a ser aplicado a partir de febrero.

Por su parte, Human Right Watch (HRW) afirmó que las últimas masacres producidas en el interior de varias cárceles de los estados brasileños de Amazonas y Roraima, que han dejado cerca de un centenar de muertos, son el resultado de 'décadas de negligencia' por parte de las autoridades del país.