En el segundo país más biodiverso del mundo, Colombia, hay un hombre que se interna en paisajes tan deslumbrantes como peligrosos para hacer frente a las motosierras con un cuaderno y sus tijeras de jardinero.
'Sí, la lucha es desigual', concede Julio Betancur, quien lleva el inventario de lo que hubo o podría dejar de existir en los amenazados bosques colombianos.
Tiene 59 años, es biólogo, profesor universitario, coleccionista de bromelias, pero ante todo es un 'bibliotecario de plantas'.
Durante tres décadas, ha recolectado casi el 4% de las 600.000 muestras disecadas que reúne el herbario más grande del país y el cuarto en Sudamérica, según el Index Herbariorum del Jardín Botánico de Nueva York.
Y lo ha hecho a pie, entre selvas y bosques, donde además de las caídas y picaduras de animales tuvo que sortear a los grupos armados que han ensangrentado durante medio siglo los campos colombianos.
En su afán por conservar la memoria verde, Betancur también ha chocado con el narcotráfico.