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A mediados de noviembre del 2019 el director de Invías, Juan Esteban Gil, lanzó una advertencia de esas que producen escalofrío, y que fue publicada por EL HERALDO: 'Si no se atiende ya la erosión en el kilómetro 2,5 de la vía Salamina - El Piñón, se producirá la gran inundación del norte del Magdalena'.

A pesar de la gravedad que expresaba, la frase provocó un sentir esperanzador, pues provenía de un funcionario del orden nacional con poder de decisión para actuar y solucionar el problema.

Gil dijo también que Invías y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Ungrd, trabajaban juntas en el tema.

Se creyó entonces que la erosión en este punto crítico recibiría intervención adecuada y pronta, tanto en mitigación como en resolución. Pero la gestión quedó en promesa, se fue debilitando, mas no así la fuerza de la corriente del río Magdalena, que cada vez arremetía contra el talud, socavando.

Las voces de desespero de campesinos, ganaderos y agricultores retumbaban. 'Si la carretera se parte y el río se mete la tragedia será más grande que la del Canal del Dique, en el sur del Atlántico', llegó a decir Julián Saade, director ejecutivo de Asoganorte.

El estudio de batimetría, medición de corrientes y análisis de variación de las orillas de los últimos años ya existía y fue presentado en un Comité municipal del Riesgo el 20 de noviembre del 2019, en Salamina, por Eddie Lora Yepes, ingeniero civil e hidráulico, especialista en ríos y costas. Aunque el diagnóstico quedó en el acta, nada se concretó, el río bajó su nivel y el tema cayó en el olvido.

Explicó que en el estudio de batimetría en la zona del boquete, en los análisis de variación de 2017 a 2019 se perdía una tasa de erosión de 50 metros por año, cuando lo normal era de 4 y 5 metros. Esto demostró una tendencia del río a desplazarse hacia esa margen. 'Con esa tasa de erosión era previsible que para el 2020 ocurriera lo que estamos viendo. Se atendió tarde la emergencia, se perdió tiempo', precisó.

El secretario de Gobierno de Salamina, Jaime Solano, manifestó que el alcalde, Luis Ramón Orozco, inició acciones ante entidades nacionales y departamentales para informar sobre la grave situación. 'Desafortunadamente cuando se presenta la calamidad y extrema urgencia es cuando llegan a aparecer los recursos y gestiones de entidades de todo tipo'.

'Es lamentable que en nuestro país las cosas se tengan que solucionar cuando estamos a punto de una tragedia', anotó. Calificó esto como 'un mal pandémico que sufre el sistema colombiano de atención y prevención de desastres'.

El ganadero Alfredo Castillo se mostró inconforme con las obras, y consideró que 'están haciendo lo mismo de hace 10 años en Puerto Niño, Cerro de San Antonio'.

Mirar el presente

Aunque reconoce que se tardó en actuar, otro ganadero, Benjamín Santos, prefiere ver el presente y no mirar el pasado. Considera que 'es el momento para darles las gracias al presidente Duque, a los congresistas, al gobernador del Magdalena y a los alcaldes'. Hizo hincapié en que el domingo, cuando la carretera prácticamente se rompió, la movilización institucional fue rápida.

'Hubo atención y respuesta', enfatizó. Sostuvo que lo que las fuerzas productivas y la comunidad deben hacer ahora 'es velar porque el trabajo se haga bien, con voluntad y no quede a medias. Debemos ser veedores para que la obra se haga rápido y no cojan por otro camino', puntualizó.

Salamineros y piñoneros confían en que los trabajos se ejecuten acorde con el cronograma para evitar lo que sería una tragedia de enormes proporciones.

La representante por el Atlántico Martha Villalba destaca la atención 'inmediata' del Gobierno Nacional a una problemática que tiene al borde de una tragedia a 90.000 habitantes de Salamina, El Piñón y Pivijay, con especial atención al corregimiento de Guáimaro.

'Más del 70% del Río ha perdido su cauce por la sedimentación y el puerto de Barranquilla también es un gran afectado', dice.

La congresista citó para este martes a las 9 a.m. a un debate de control político con representantes de las entidades involucradas.

Las tres intervenciones que se están haciendo son de mitigación, y corresponden al dragado de la isla Tamarindo, la protección de la orilla y un nuevo trazado de la vía. Su valor es de $7 mil millones.

La obra macro que se ventila sería complementar las acciones del momento desviando más la vía, y haciendo contracorrientes o espolones diagonales en ambas orillas, del Magdalena y Atlántico, para equilibrar la corriente.

Para ello se liberarían $35 mil millones de la vía de la prosperidad del convenio de Invías con la Gobernación. Cormagdalena confió en que espera atender la emergencia con prontitud.