Con la llegada de cada fin de semana comienza el calvario para los habitantes del barrio Granadillo, quienes no duermen por el ruido que generan los bares y estaderos ubicados en la carrera 46 entre calles 82 y 84.
Los más afectados son los moradores del edificio Excelsior, en la carrera 46 No. 82-09, pues están más cerca de lo que ellos denominan “los vecinos indeseables”: los bares Punto Corona y Barú, que desde los jueves —y hasta los domingos, cuando hay puentes festivos— sacan sus parlantes y colocan música a alto volumen, según los denunciantes.
Son muchos los recursos que han interpuesto desde 2010 ante la Secretaría de Control Urbano y Espacio Público para que controle la situación y les hagan cumplir las normas a los propietarios de estos negocios, pero hasta ahora todos sus esfuerzos han sido en vano.
Primeros hallazgos. En un informe técnico de la mencionada dependencia del Distrito consta que el 7 de diciembre de 2010, a las 5 p.m., se hizo una visita al inmueble ubicado en la carrera 46 No. 82-67, donde se observó “la existencia de un local comercial destinado para tres actividades: lavadero de vehículos City Car Wash, Punto Corona y Barú, estos últimos dedicados al expendio de licor”.
“Además —continúa el informe— en el momento de la visita se encontró la actividad comercial extendida en la zona de antejardín y consumo de licor. En esta zona solo se permite comercio C1 y C2 y servicios mercantiles M1 y M2. Estas actividades (bares) se encuentran en el comercio C3 y servicio mercantil 3”.
Es decir, según el Plan de Ordenamiento Territorial, POT, en ese sector no está permitido el funcionamiento de establecimientos de ese tipo, debido a que sus actividades son consideradas de alto impacto. Adicionalmente, el informe técnico de la Secretaría de Control Urbano advierte que en la zona de jardín se encontró endurecimiento para ser utilizado como parqueaderos, en un área de 75 metros cuadrados.
“La zona de actividad del lavadero de vehículos es de expendio y consumo de cervezas, en un área de 420 metros cuadrados”, concluye el acta de la visita, realizada con el fin de verificar la presunta infracción de intervenir u ocupar con cualquier tipo de amoblamiento, instalaciones o construcciones, los parques públicos, zonas verdes y demás bienes de uso público, o los encierren sin la debida autorización de las autoridades encargadas del control del espacio público.
De acuerdo con el informe de la visita técnica, dicho inmueble se estaría destinando para un uso diferente al señalado en la licencia o contraviniendo las normas urbanísticas sobre usos específicos del suelo.
Investigación. Después de una segunda visita al bar Barú, el entonces secretario de Control Urbano y Espacio Público, Fabián Herazo, ordenó el 14 de junio del año pasado la apertura de una investigación sancionatoria en contra de ese negocio, “por presuntas infracciones que contravienen las normas urbanísticas estructurales del POT, en forma grave, de acuerdo con lo establecido en el artículo 104 de la Ley 388 de 1997”.
Sin embargo, hasta hoy, según los habitantes del Excelsior, la investigación no ha tenido ningún resultado porque ambos establecimientos siguen funcionando y cada vez atraen más público.
Desesperados por la insoportable situación, recientemente colocaron en la fachada del edificio dos pasacalles con mensajes en los que claman a las autoridades distritales acabar con el desorden que ha causado la proliferación de bares y cantinas en Olaya Herrera entre calles 84 y 82, pues hace poco abrieron dos más: El bar de Moe y Angwe Licores. “Alcaldesa exigimos tranquilidad. ¡Fuera los bares!”, se lee en uno de los pendones.
“Nos dijeron el año pasado que solo faltaba la firma del entonces secretario de Control Urbano y Espacio Público, Fabián Herazo, para cerrar varios establecimientos”, dice una de las residentes del edificio, quien solicitó no revelar su identidad por temor a retaliaciones.
Los habitantes del sector también se quejan de las dificultades para caminar por la carrera 46 en las noches, cuando los sitios nocturnos comienzan a funcionar, ya que a falta de parqueaderos los carros invaden los andenes.
Además, denuncian que es tanta la potencia del sonido que proviene de los bares que las ventanas de sus apartamentos y casas vibran. “No es justo que todas las noches me acueste pensando si voy a poder dormir”, dice otra moradora del Excelsior.
Por su parte, una vecina que vive en la carrera 45 entre 82 y 84, justo en la parte trasera de los bares, cuenta que “ha sido tan intolerable el ruido que yo me visto en la necesidad de irme con una colchoneta a dormir en el garaje de mi casa todos los fines de semana”.
Todos los afectados, estimados en más de 100 familias, coinciden en que es poco lo que ha hecho el Departamento Técnico Administrativo del Medio Ambiente de Barranquilla, Damab, para controlar el ruido generado tanto en los negocios como en los vehículos con potentes equipos de sonido que se estacionan allí.
Consultada por EL HERALDO, la secretaria de Control Urbano y Espacio Público, Diana Amaya, informó que ya hay un proceso sancionatorio contra City Car Wash “y si hay procesos viejos que estén pendientes, se retomarán”. También anunció una nueva visita a la zona para verificar que otros negocios no violen los usos del suelo y las normas urbanísticas.