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La actriz Flora Martínez (Rosario Tijeras) en el hotel El Prado, antes de su participación en el Carnaval de las Artes. Giovanny Escudero
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“La dureza de un personaje se mide por su fragilidad”: Flora Martínez

Así describe la artista a Frida Kahlo, la pintora mexicana a quien le dedica un monólogo que presenta el próximo mes en Barranquilla.

“¿Es malo amar al hijo por sobre todas las cosas? Lo que sé es que es imposible negar ese amor”. No era una justificación, la sonrisa que terminó la frase de Flora Martínez simbolizaba la humanidad por la que admira a Frida Kahlo. Y cuando se ‘viste’ de ella –dice– se funden en una sola mujer, porque eso es lo que busca generar en ‘Frida libre’, el monólogo en el que interpreta a la pintora mexicana. 

Las fuertes brisas que imponían su cabello en la cara no fueron impedimento para su simpatía. La actriz colombiana abrió un poco de su vida a EL HERALDO para hablar de sentimientos. Los que le produce el teatro, la música, la fama, su carrera y ser madre. Ello en una conversación en el Hotel El Prado, previo a su presentación en el Carnaval Internacional de las Artes, que se realizó ayer en el Teatro de Bellas Artes. 

Su tono suave recuerda la voz del álbum Flora, que lanzó el año pasado con covers de artistas consagrados como Happy, de Pharrell; Make you feel my love, de Bob Dylan; y The scientist, de Coldplay. Con la misma naturalidad que sus interpretaciones musicales confesó los encuentros y desencuentros que la han llevado a las profundidades de Frida, a quien le dedica una obra teatral que se presentará en Barranquilla el 9 y 10 de marzo en el Teatro José Consuegra Higgins.

Ser madre es su mejor versión de ser mujer, el teatro la exorciza de las emociones tensionantes y la música es su expresión más libre. Así se presenta Flora. Y no tan distinto presenta a su nueva ‘encarnación’: la brillante pintora, la tenaz activista, la apasionada amante, la frágil mujer que llegó a ser más grande que su dolor.

P.

La imagen de Frida es muy popular, muchos la reconocen aunque no sepan quién es. ¿Cómo te acercas a su vida desde adentro?

R.

Cuando empecé a estudiarla fue en Nueva York, justo cuando se estrenó la película Frida protagonizada por Salma Hayek (2002). Pero fue con Teresita Gómez (pianista colombiana) la primera vez que conocí de ella, cuando me mostró su diario y sus pinturas. Frida siempre ha sido una mujer muy icónica en mi vida, y creo que para muchas mujeres es muy fuerte lo que simboliza. Con ella descubrí ese sentir completamente femenino con el cual las mujeres podemos identificarnos fácilmente. Eso que se refleja en la manera cómo vivió las pérdidas de sus hijos, esa cercanía con el dolor que en ella se convierte en algo natural. 

Por último, terminé de conocerla cuando me puse a pintar sus cuadros, sus autorretratos; ahí finalmente la entendí. Cuando te metes en el léxico de un pintor comprendes que no son palabras las que expresan sino trazos. Quizás para un actor son emociones, para un pintor son colores. Entendí la forma que usó para retratar el dolor, con esa manera tan pausada, eso solo lo hace una mujer que conoce demasiado el dolor.

P.

Frida encarna muchas maneras de ser, ¿cuál es la que cuenta tu monólogo?

R.

Hay distintos acercamientos que tenemos los actores para llegar a un personaje. Yo lo hago de adentro hacia afuera. Exploro lo que los mueve, lo que los desdibuja pero también los que los dibuja; esos últimos se producen desde la infancia, y en mi experiencia he comprobado que se vuelven a repetir tiempo después. Así que busco los primeros dolores de Frida: la enfermedad en la pierna (poliomielitis), el accidente, el abandono. Cuando armas al personaje con esa estructura emocional logras llegar a ella. 

P.

La percepción que se tiene de Flora y Frida es muy distinta, la primera más dulce y la segunda más dura. ¿De qué forma te reflejas en ella?

R.

Yo creo lo contrario, Frida era absolutamente frágil. Me he dado cuenta con las interpretaciones que he realizado que la dureza de un personaje se mide por su fragilidad. Como en el caso de Rosario Tijeras, cualquiera piensa que es ruda, pero cuando yo fui a conocerla en la cárcel estaba rodeada de mujeres con su carácter, que en su mayoría habían sido violadas en sus casas, mujeres tan frágiles que tenían que llevar esa carga de fuerza. Yo creo que Frida usaba eso como un gran caparazón. No sé qué tan fuerte es una mujer para sobrevivir a tantas infidelidades.

P.

De hecho, entre su activismo y su arte hubo una contraposición a veces incoherente, que fue la compleja y violenta relación amorosa con Diego Rivera. ¿Crees en esa forma de amar, o cómo debe ser el amor para ti?

R.

Sí, tienes razón. Pero yo creo que la manera como ella amó a Diego es la misma que como todas las mujeres idealmente amamos. Yo me siento identificada con eso, porque es la forma de amor que conozco. Ella no pudo tener hijos, así que reflejó en Diego todas esas falencias; lo amó como novio, esposo, hijo, amante. Otra cosa es la relación de pareja, yo soy monógama y me costaría mucho aceptar la infidelidad. Pero lo que ella expone es que hay culturas que las consideran normales. Sin embargo, no creo que a ella le reste algo haber amado de esa forma; ese conflicto lo planteamos en la obra precisamente.

P.

¿Cómo te preparaste para interpretar eso?

R.

Eso no hay que interpretarlo, eso lo vivimos todas.

P.

Después de las funciones ¿qué esperas que se lleve el público?

R.

Lo que he sentido en los lugares donde la he presentado es que la gente sale como exorcizada de emociones, como liberada. La obra es como una montaña rusa que te sube y te baja, cualquiera se siente identificado de alguna forma. Trata esos temas de los que la gente no habla pero que les toca a todos.

P.

La obra también está compuesta por música, y recientemente lanzas el primer álbum. ¿Cómo llega la música a tu vida?

R.

Desde siempre, yo quise estudiar música justo cuando empecé con el teatro. Desafortunadamente el primer productor musical que tuve quiso aprovecharse de mí, en ese momento dije no. Pero he estado en clases de canto, de piano, de violín. La música para mí es lo más elevado, la expresión más libre. Y con mi esposo, que es un maravilloso músico de jazz, la música está presente cada día; es muy exigente, me da un palo (risas). Él me animó para convertirla en otra forma de comunicarme.

P.

¿Qué música te mueve las fibras?

R.

El porro, el jazz, la salsa, puedo vibrar con muchas. Pero para cantar siempre me ha gustado la música brasilera, tiene esa mezcla perfecta entre sensualidad y melancolía. Lo mismo me pasa con el jazz, en general las que dan tranquilidad.

P.

Después de todo este camino recorrido, ¿con qué te quedas y con que no del reconocimiento público?

R.

Me quedo con el público del que siento un cariño muy grande. Me quedo con el teatro que me permite conmover a la gente. No me quedó con todo lo superficial que puede tener nuestro medio. 

P.

Y ¿cuál es el papel de tu vida que siendo mujer has disfrutado más?

R.

El ser madre le permite a uno una comprensión muy absoluta del amor. Jorge Franco (autor de la novela Rosario Tijeras) decía que cuando uno tenía hijos se daba cuenta que tenía la mitad del corazón sin usar. Te quita ese egoísmo que es normal en todos, cuando tienes hijos ya no eres dueño de tu tiempo. Frida enseña también algo muy bello: con todas las dificultades que tuvo encontraba una liberación en el arte, con la capacidad de poder hablar de las cosas que le dolían. Eso para mí también es muy importante, poder convertir en pasión lo que nos pasa.

P.

¿En este momento siente que consolidaste una voz propia?

R.

Sí, ya finalmente. Aún con el disco hay una presión contigo mismo, pero después de la obra y de seguir puliendo las canciones empiezo a encontrar ese estilo que quería ser. Siento que estoy logrando un sonido propio. 

P.

Entonces, ¿cómo es la Flora de hoy?

R.

Tranquila y feliz. Antes mis emociones eran más volátiles, ahora sé controlarlas. Ser mamá te obliga a ser la mejor versión de uno mismo. Hay muchas cosas para dar aún, pero no tengo afán, no tengo más competencia que yo misma. 

Giovanny Escudero
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