El dato es aterrador: en Colombia, cada 22 minutos se registra un abuso sexual contra un menor. Y estamos hablando solo de aquellos casos que se denuncian, porque son numerosos los delitos que no llegan a salir a la luz, sobre todo por el temor o la incapacidad emocional de la víctima para denunciar al agresor.
El abuso y el maltrato de niños es el mayor drama que vive el país, y, por mucho que se hayan producido avances en materia legal y política para combatir este espeluznante flagelo, nos encontramos aún muy lejos de lograr un entorno satisfactorio de protección a nuestros menores.
En estas circunstancias, resulta encomiable la campaña emprendida por la Secretaría de Educación distrital para que los colegios de la ciudad –públicos y privados– desempeñen un papel mucho más activo en la detección de estos delitos.
El programa, que comenzó a aplicarse ayer, incluye acciones como formación a docentes, padres de familia y estudiantes; capacitaciones por especialistas, y talleres sobre el significado del abuso sexual y los modos de identificarlo.
La premisa de que los centros educativos deben tener una participación más determinante en la lucha contra los abusos no puede ser más acertada.
Por supuesto que las familias deben ser la red primaria para la detección del problema, pero, desafortunadamente, casi la mitad de estos delitos se cometen en el entorno familiar o afectivo de la víctima, con lo cual muchos casos quedan enterrados por la reticencia del núcleo familiar a airear públicamente miserias ocurridas en su seno.
Por eso es tan importante que los colegios se conviertan en celosos guardianes de la integridad de los niños. Los centros educativos deben erigirse en espacios apacibles y fiables donde los alumnos puedan contar sin tapujos sus experiencias. No solo los docentes y los padres de los estudiantes deben implicarse en la defensa de estos; también los propios alumnos deben recibir una formación que les permita lanzar señales de alarma cuando un compañerito vive una tragedia como lo es el abuso sexual.
En Barranquilla, los colegios han reportado desde 2017 un total de 260 casos de menores abusados (fuera o dentro del centro); en lo que va de año, han informado de 41 casos. Confiamos en que, con las medidas puestas ayer en marcha, se hagan aflorar todos los delitos, de modo que los agresores sean ejemplarmente castigados.
El objetivo último, por supuesto, debe ser la erradicación de los abusos. Pero eso no se logrará mientras los victimarios sientan que, para cometer sus canalladas, pueden contar con el silencio aterrado de la víctima.