Una intensa polvareda política y mediática desató ayer la difusión de unos trinos en la cuenta oficial de la directora nacional de Centro Democrático, Nubia Stella Martínez, en los que se acusa a la periodista Vicky Dávila, entre otras cosas, de recibir “fajos en bolsas al mejor estilo de Petro”.

La dirigente uribista ofreció poco después disculpas a la periodista por lo que describió como un “abuso” de alguien de su equipo a quien no identificó y que, según ella, fue despedido por estos hechos. Dávila consideró insuficiente la explicación, entre otras cosas porque no se revelaba la identidad del responsable.

No estamos, lamentablemente, ante un hecho aislado. Cada vez es más frecuente la divulgación de mensajes ofensivos desde cuentas oficiales de líderes políticos e instituciones. En la mayoría de los casos, el dueño de la cuenta no ve motivos para disculparse. Y aquellos que piden perdón, de modo convincente o no, terminan culpando al chivo expiatorio de los tiempos modernos: el ‘community manager’.

En diciembre pasado, desde la cuenta del Supernotariado arremetieron contra los periodistas Julián Martínez y Daniel Coronell, a quien se refirieron como“judío del Tame”. Dos días antes, en la cuenta del Instituto para el Desarrollo de Antioquia se respondió a un trino de Álvaro Uribe sobre el terremoto en Indonesia: “Este viejo ya se cree periodista”. Meses antes, en la cuenta de Humberto de la Calle se atacó al columnista Ramiro Bejarano por hablar “basura”. En estos episodios –unos más desmedidos que otros– hubo las disculpas correspondientes... y las consabidas atribuciones de responsabilidad a los encargados de las redes sociales.

Y sí: es probable que los ‘community managers’ hayan actuado de modo arbitrario y sean los culpables directos del lío. Pero no es menos cierto que los dueños de las cuentas –máxime si son personalidades o instituciones de los que se espera ejemplaridad– deben buscar seriamente mecanismos para que sus canales de comunicación contribuyan a la elevación del debate en lugar de a su pauperización. Y no nos referimos solo al contenido de los mensajes, sino también a la indigencia gramatical y ortográfica que se ha instalado en las redes y que en nada ayuda a la formación de la ciudadanía.

Dice Nubia Stella Martínez en su carta a Vicky Dávila que la“consecuencia obvia en lo personal” del incidente “es una dura lección respecto de las complejidades y retos de la comunicación en redes sociales”.

Creemos que el problema es más de fondo y guarda relación con la agresividad que se ha instalado desde hace ya tiempo en el debate público en el país. Pero si la lección de la que habla la líder de CD conduce a un cambio de cultura en las redes, algo habremos avanzado.