Hecha la ley, hecha la trampa. El antiquísimo –y lamentablemente sabio– refrán refleja como ningún otro la extraordinaria capacidad de adaptación de la delincuencia para burlar las estrategias judiciales y policiales por meterla en cintura.

Un ejemplo elocuente de ello es lo que está sucediendo en Barranquilla con la venta de drogas sintéticas, un negocio multimillonario que parece invulnerable a los continuos golpes que recibe por parte de las autoridades.

Un amplio reportaje publicado por EL HERALDO en su edición de ayer muestra los métodos que están utilizando las organizaciones de distribución de estas drogas para sortear la vigilancia de las autoridades y hacer llegar los productos a sus consumidores en distintos puntos de la ciudad. Y las verdad es que resulta difícil no sorprenderse ante la perversa inventiva que los traficantes exhiben en su tarea.

Lo que hacen, entre otras cosas es “contaminar” con las sustancias psicoactivas toda una variedad de productos, como gomas para ortodoncia, golosinas y hasta preservativos. Dichos productos se impregnan, por citar un caso, con ketamina en estado líquido (materia prima para la fabricación de la droga 2C-B, más conocida como tusi), y lo que tiene que hacer el consumidor es llevárselos a la boca, lo que permite un efecto instantáneo.

Por supuesto que las autoridades ya están alertadas de estos procedimientos. Así, a mediados de diciembre pasado, la Policía desarticuló la banda ‘los Gomelos’, una organización que traficaba estupefacientes al menudeo en universidades, discotecas al norte de la ciudad, fiestas electrónicas y after parties en distintos lugares del área metropolitana.

Pero el problema no acabó, ni mucho menos, con esa operación policial. Está claro que existe una demanda constante –por no decir creciente– de estupefacientes, y nunca faltarán los delincuentes que se organicen para sacar tajada en tan lucrativo mercado.

En su política integral contra las drogas 2019-2022, denominada Plan Futuro, el Gobierno nacional ha dado prioridad al fenómeno de las drogas de síntesis y las nuevas sustancias psicoactivas. En ese contexto, el Ministerio de Justicia activó el Sistema de Alertas Tempranas para reportar la aparición en el mercado de esos productos.

Son pasos necesarios en el combate contra un flagelo que afecta con especial severidad a la población juvenil. Pero –por obvio y repetitivo que suene– en esta lucha nunca bastará con los medios coercitivos. Sin infravalorar la importancia de las acciones policiales y judiciales, al mismo tiempo hay que redoblar las políticas públicas encaminadas a identificar y atacar los diversos factores que incentivan el consumo de drogas ilícitas.