La seguidilla de asesinatos y ataques a bala en el municipio de Baranoa llevó al desespero a su alcalde, Edinson Palma, al punto de levantar la mano y pedir la intervención del Gobierno nacional y el acompañamiento militar para su territorio.

El Corazón Alegre del Atlántico, como se le conoce, no puede perder esa alegría y la tranquilidad de la que gozaba hasta hace muy poco tiempo. Incluso en 2024 la violencia ya preocupaba a las autoridades, pues los homicidios durante el año pasado se contabilizaron en 15.

No obstante, la situación de hoy es alarmante, pues los asesinatos prácticamente se duplicaron y eso que aún restan una hoja y media del calendario por descontar –de 15 en 12 meses pasamos en este 2025 a 28 y ojalá que no sigamos sumando casos a las estadísticas–.

A los ataques sicariales se suman los casos de extorsión y la venta de estupefacientes. Es a este último negocio ilícito y la disputa por las rentas que produce al que se le atribuye, según las autoridades, el incremento de la ola criminal en la población.

Para el alcalde Palma, Baranoa no registraba esta crisis de orden público desde que los paramilitares hacían presencia en el Atlántico con las llamadas “limpiezas sociales” y, pese a los esfuerzos del municipio, la situación se ha salido de control y todo pareciera indicar que nada surte efecto para poder contener la racha criminal que ha traspasado las fronteras de Barranquilla y su área metropolitana.

“Como alcaldes no contamos con los recursos financieros ni con la suficiente tecnología para poder enfrentar esta situación. Se requiere que a la Policía, desde el Gobierno nacional, se le inyecten recursos, equipamiento, parque automotor y tecnología”, fue el clamor que hizo a través de EL HERALDO el mandatario municipal, quien añade que urge la celebración de un consejo de seguridad nacional en el Atlántico.

Pero, para infortunio de los atlanticenses, el fenómeno criminal que tiene todas las alarmas encendidas en Baranoa no es exclusivo, pues tras la supuesta tregua entre las bandas criminales de ‘los Pepes’ y ‘los Costeños’ para cesar los actos criminales y el sicariato en Barranquilla lo que se ha evidenciado es un desplazamiento del microtráfico y las disputas por territorios asociadas al negocio ilícito hacia el oriente y el centro del departamento.

Así lo demostrarían al menos 11 asesinatos reportados en los últimos días, entre ellos el hallazgo de dos cuerpos amordazados en Palmar de Varela que correspondían a hombres vinculados a bandas criminales que habrían sido llevados desde la capital del Atlántico al municipio de la banda oriental. En este caso se busca a un tercer sujeto que también habría sido ejecutado. Igualmente se reportaron homicidios cometidos aparentemente por sicarios en Sabanalarga y Galapa.

Esto sin contar la masacre cometida en Villas de la Cordialidad en una cancha de fútbol y la muerte a tiros de otro joven de 22 años, coincidencialmente en otro espacio deportivo similar en el barrio La Magdalena, de Barranquilla. Todo estos hechos tras el ‘partido por la paz’ que se jugó el 9 de noviembre en una cancha de Barlovento –el barrio donde se crio Digno Palomino– entre supuestos ‘Pepes’ y ‘Costeños’ como parte de la tregua pactada entre estas dos estructuras que operan en la ciudad, acompañada por el Gobierno nacional.

Pero más allá de los análisis y de los diagnósticos, de los cuales hay abundantes y variados, existe una verdad incontrovertible: el microtráfico, el homicidio y la extorsión comandados por estructuras criminales cada vez más violentas no solo se han expandido con fuerza en las zonas urbanas, sino que ahora, en el caso del Atlántico, están extendiendo sus tentáculos por fuera del área metropolitana de Barranquilla a municipios en los que la tranquilidad era su bien más preciado.

Urge, como lo clamó el alcalde Palma, la mirada del Gobierno nacional y acciones articuladas con los locales que permitan combatir con toda la inteligencia y estructura del Estado la crítica situación de seguridad que afecta al Distrito y al departamento entero.