A 36 kilómetros de Barranquilla se ubica Santa Verónica, el corregimiento turístico del municipio de Juan de Acosta que durante años fue uno de los grandes atractivos del departamento del Atlántico, pero que en los últimos ha padecido enormes afectaciones en su desarrollo económico y social por cuenta del impacto producido por el cambio climático, la elevación del nivel del mar, así como por las alteraciones en el transporte litoral de sedimentos que se han agudizado después de la construcción de los tajamares del río Magdalena.
Esa suma de factores fueron provocando una erosión progresiva que terminó poniendo en jaque la estabilidad de la playa y por supuesto el sustento de las familias del corregimiento que lo obtienen del turismo local y extranjero que poco a poco se fue alejando por las condiciones naturales y de infraestructura, casi que inexistente, que se fue devorando el mar con su ímpetu y oleaje cada vez más fuerte.
La espera por largos años y la zozobra por la incertidumbre de no saber si podrían recuperar la playa que por años les permitió vivir del turismo parece que comienza a llegar a su fin para los más de 8 mil personas que se beneficiarán con el importante y trascendental anuncio que hizo este martes el gobernador del Atlántico, Eduardo Verano De la Rosa: el inicio de las obras para contener la erosión en esta zona costera del departamento.
Se trata de tres espolones que se construirán en puntos estratégicos, conformados por una sección de anclaje, un cuerpo central y una punta o morro, que de acuerdo con lo informado por la Administración departamental les permitirán “resistir el impacto directo del oleaje y modificar la dinámica costera, reduciendo la pérdida de arena”.
La intervención, que demandará una inversión por el orden de los 71 mil millones de pesos, también contempla un relleno hidráulico con arena de características similares a la original, en procura de expandir el ancho de la playa y habilitar 80.000 metros cuadrados nuevos para el turismo y la recreación.
El proyecto está pactado a ejecutarse en 18 meses, un tiempo que se antoja prolongado después de décadas de espera, pero que sin duda genera aliento y esperanza para los habitantes del corregimiento costero.
De acuerdo con las explicaciones de la intervención no se trata simplemente de construir unos espolones, sino de desarrollar una infraestructura con criterios técnicos, que sea duradera y acorde con la dinámica marina. En palabras de la Gobernación, se trata de una “ingeniería costera responsable y sostenible”, y que le apuesta a reducir los riesgos de inundación y recuperar la vocación turística de Santa Verónica.
Será importante que las obras puedan desarrollarse a plenitud cuanto antes y sin tropiezos. Es un esfuerzo valioso, teniendo en cuenta de que se trata de recursos propios del fisco departamental, con el que se generarán empleos directos e indirectos en la zona de influencia.
Adicionalmente, al recuperar el ancho y la calidad de las playas serán propicias las condiciones para que vuelvan los visitantes, organizando una diversa oferta turística y apuntando a mejorar los ingresos de caseteros y empresarios del sector.
Por donde se mire no hay razones para no cifrar las esperanzas de una de las joyas turísticas del Atlántico en este proyecto, que a largo plazo también contempla otras intervenciones adicionales como la construcción de un malecón turístico de cara al mar.
El turismo es uno de los sectores con mayor proyección y desarrollo que ha ganado terreno en el PIB del Atlántico y para seguir creciendo y consolidando una oferta de calidad y continuidad se requiere cada vez mayores inversiones que sostengan a largo plazo la visión de convertir al departamento en uno de los principales destinos del país.
Riqueza natural y creativa sobra en este territorio, toca seguir invirtiendo y consolidando apuestas y alianzas público- privadas, sin bajar la guardia.








