Barranquilla siempre ha sido una ciudad contada en imágenes, desde los experimentos pioneros de Floro Manco hasta la mirada inquieta del Grupo de Barranquilla en La langosta azul. Ahora, en pleno 2025, la Arenosa vuelve a ser escenario de una gran producción: Netflix rueda por las calles del tradicional barrio El Prado la adaptación de En diciembre llegaban las brisas (1987), la obra cumbre de Marvel Moreno.
La noticia llega en un momento simbólico, pues este año se conmemoraron 30 años de la muerte de la escritora en París, el 5 de junio de 1995. La elección de Barranquilla como set de rodaje reivindica la obra de una de sus más grandes literatas y, de paso, afianza a la capital del Atlántico en el mapa de las grandes plataformas internacionales, como ya ocurrió con El grito de las mariposas, El clan Olimpia de Disney o Medusa de Netflix, que rueda su segunda temporada en la ciudad.
En esta ocasión no se trata de una historia ajena, sino de una narración muy nuestra, que explora los pliegues de la sociedad barranquillera con una mirada crítica y adelantada a su tiempo.
Las páginas de En diciembre llegaban las brisas reflejan las contradicciones de una clase social atrapada entre la apariencia y la decadencia. En estas, Marvel habló de lo que se escondía tras las cortinas: la violencia intrafamiliar, el machismo disfrazado de linaje y el vacío que dejaba una vida llena de apariencias.
Además, se atrevió a abordar temas que para su época resultaban escandalosos, como el placer femenino y la represión sexual dentro del matrimonio. En obras posteriores, como la inconclusa El tiempo de las amazonas, narró la vida de tres primas que, a pesar de haber pasado por el matrimonio, nunca habían experimentado el deseo ni la satisfacción. Eran textos que incomodaban, que sacaban a la luz lo que nadie quería nombrar. Por eso, durante mucho tiempo, Marvel fue una autora “incómoda” en un país que, durante años, prefirió a las mujeres bonitas, calladas y complacientes. Con esa audacia, llenó el vacío que había quedado tras la prosa de Meira Delmar, devolviendo a las letras barranquilleras una voz femenina capaz de reclamar y provocar.
Por esto y más, Marvel Moreno terminó convertida en una voz incómoda que se atrevió a señalar las grietas de su clase social, aquella élite a la que pertenecía, pero que cuestionó sin temor. Como reina del Carnaval de Barranquilla en 1959, Marvel rompió esquemas al denunciar la exclusión en una fiesta que parecía pertenecerle solo a unos pocos. Por eso se le recuerda como “la reina irreverente”. Incluso en ese mismo año, desafió los moldes que la ciudad le imponía, llegando a convertirse en la primera mujer en la Facultad de Economía de la Universidad del Atlántico.
La obra de Marvel Moreno, invisibilizada por más de 20 años, pone de manifiesto la problemática vida de la mujer en una sociedad elitista y cerrada como la costeña. Fabio Rodríguez Amaya, profesor de literatura de la Universidad de Bérgamo, Italia, en entrevista para la BBC News, señaló que Marvel Moreno “es tan importante como Gabo, con la diferencia de que tiene una producción corta y limitada”. Según el docente, Marvel Moreno inauguró una nueva veta narrativa con la cual “trascendió los modelos de lo real maravilloso y de la narrativa urbana”.
Por su parte, Mercedes Ortega, profesora de la Universidad del Norte y líder del colectivo Las Amazonas, ha comentado que lo que Marvel escribió y su actitud de denuncia siguen absolutamente vigentes. “Mis estudiantes de primer año se sorprenden de no haber conocido antes a Marvel y dicen que la suya es la historia de sus vidas y sus propias familias acá en Barranquilla. Y es gente muy joven; uno creería que las dinámicas han cambiado, pero qué va, eso sigue muy anclado en nuestra idiosincrasia”.
Revivir a Marvel Moreno en la pantalla significa reivindicar el poder de las mujeres de la ciudad, un poder que no estuvo en silencio, sino silenciado. Ahora que sea precisamente el audiovisual, ese arte que siempre ha contado a Barranquilla, el que devuelva a Marvel al centro de la conversación cultural, no es casualidad. Como las brisas de diciembre, su voz vuelve a soplar, y esta vez con la fuerza de una historia que se niega a ser olvidada.