La lista de países dispuestos a reconocer el Estado palestino no para de crecer. Y lo hace con incorporaciones de pesos pesados que, si bien han interpuesto ciertos condicionamientos para adoptar la medida, sus decisiones alteran los equilibrios de las principales instituciones internacionales.
No obstante, es sensato aterrizar que dicha posición no va a poner necesariamente fin a la guerra en la Franja de Gaza ni garantizará las fronteras territoriales, pues el proceso para reconocer un Estado no es sencillo, como tampoco lo es el ingreso en la ONU, donde Palestina tiene actualmente el estatus de observador.
Sin embargo, sí sienta un precedente sobre la magnitud del alcance que ha tenido el conflicto, al punto que la mayoría de los países de las Naciones Unidas —147 de 193— ya reconocen un Estado palestino, varios de ellos impulsados durante las últimas semanas por el recrudecimiento de la violencia, las masacres, las denuncias del uso del hambre como arma de guerra y la negativa de las partes a llegar a un acuerdo de cese al fuego inmediato.
En ese escenario, cabe analizar las posiciones. Francia, por su parte, aseguró que reconocería un Estado palestino en septiembre, seguido de Reino Unido y Canadá, que se sumaron a la medida. En el caso del último, el primer ministro, Mike Carney, se justificó en “el creciente sufrimiento de los civiles, que no deja margen para retrasar la acción internacional” y vinculó la decisión final a los cambios políticos de la Autoridad Palestina. Mientras tanto, Reino Unido exigió a Israel un alto el fuego inmediato, la renuncia a los planes de anexión en Cisjordania y medidas concretas que conduzcan hacia una solución de dos Estados.
De igual forma, el panorama en la OTAN no difiere. Allí, 14 de los 32 países han reconocido ya un Estado palestino. Entre ellos Albania, Bulgaria, República Checa, Hungría, Islandia, Montenegro, Noruega, Polonia, Rumania, Eslovaquia, España, Suecia y Turquía. Entre los que no lo han hecho se encuentran Bélgica, Croacia, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Alemania, Grecia, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Países Bajos, Macedonia del Norte, Portugal y Estados Unidos.
Si se hace el conteo en el G20, la mitad de los países reconocen un Estado palestino. El Reino Unido, Canadá y Francia elevarían el total a 13. Entre los que sí se encuentran: Argentina, Brasil, China, India, Indonesia, México, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica y Turquía; y entre los que se han decantado por el no están Australia, Alemania, Italia, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos.
Es preciso recordar también que, de los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Reino Unido, China, Francia, Rusia y Estados Unidos), el giro de Francia y el Reino Unido dejaría a EE. UU. como el único miembro permanente que no reconoce un Estado palestino. Fue apenas en 2024 cuando EE. UU. impidió que el mismo Consejo avanzara en el reconocimiento de Palestina como Estado miembro de pleno derecho, con un resultado de 12 votos a favor y uno en contra, así como las abstenciones del Reino Unido y Suiza.
Las anteriores cifras, que corresponden a tres de las organizaciones más poderosas a nivel internacional, denotan así una tendencia hacia el reconocimiento, al que se deben sumar las constantes marchas y protestas a nivel global, que se han venido también intensificando con el paso de los días, a medida que el número de muertos se eleva, pues van ya 60.839 desde que inició el conflicto, de los cuales, según estimaciones del Ministerio de Salud gazatí, la mitad son mujeres y menores de edad.
Así mismo, actores como el mismo papa León XVI han insistido en el llamado al fin de la guerra. Durante el Jubileo de la Juventud en Roma, el sumo pontífice pidió el pasado fin de semana el uso del diálogo en lugar de las armas y exigió la liberación de rehenes y el cese del fuego en Gaza.
El llamado del Papa coincidió con una carta firmada por cinco universidades de Israel, que exigieron al primer ministro Benjamín Netanyahu medidas urgentes para frenar la crisis humanitaria en Gaza. El documento fue suscripto por los rectores de la Universidad de Tel Aviv, la Universidad Hebrea de Jerusalén, el Instituto Weizmann, el Technion y la Universidad Abierta de Israel. Allí advirtieron sobre la crisis alimentaria y reclamaron acciones inmediatas que “prevengan daños crueles e indiscriminados a la población civil”.