Uno de los temas más indignantes para nuestra sociedad es el de los feminicidios y la violencia de género. El reciente caso del asesinato de Angélica Montaño Acosta, de 33 años y residente de Baranoa, es un ejemplo de cómo siguen expuestas las mujeres al peligro, más aún si sus agresores resultan siendo sus parejas sentimentales.

Tal es el caso de Montaño, quien el pasado lunes llegó sin signos vitales en las horas de la tarde al hospital de dicho municipio, con evidentes señas de maltrato físico e incluso sin uno de sus dientes, según las autoridades, quienes señalan además que esto fue producto de una golpiza, aparentemente propinada por su pareja, Ricardo José Borja Charris, de acuerdo con lo manifestado por los testigos.

Lo que no deja de ser alarmante es que la mujer había acudido el año pasado a las autoridades para denunciar a su agresor. Sin embargo, ayer la Policía dio a conocer que la misma víctima retiró dichas denuncias.

Resulta inexplicable que Ricardo Borja estuviera en libertad teniendo siete anotaciones judiciales por homicidio, porte de drogas, lesiones personales y violencia intrafamiliar. La Policía del Atlántico tiene registros del presunto asesino desde el año 2009, a los que se suman el homicidio de su pareja.

Con la muerte de Angélica Montaño ya son 25 las mujeres asesinadas durante el 2019 en el Atlántico. Y de acuerdo con las estadísticas de Medicina Legal, en Barranquilla van 18, tres casos en Soledad, dos en Puerto Colombia, uno en Sabanalarga y otro más en Baranoa.

Y lo que también es preocupante es que el registro de la entidad sostiene que seis de las víctimas eran menores de edad.

Los asesinatos de mujeres han ido en aumento, así lo confirman las cifras de Medicina Legal y su Observatorio de Violencia, que dan cuenta de que en 2015 en Colombia fueron asesinadas 970, 114 a manos de su pareja o expareja; en 2016, 997 mujeres, 128 asesinadas por sus compañeros o excompañeros sentimentales; en 2017, los homicidios de mujeres llegaron a 1.002, 144 de ellas por violencia de género.

En 2018 los reportes dieron cuenta de una leve disminución: 960 mujeres fueron asesinadas en el país, 132 de ellas por sus parejas o exparejas.

Los números son escalofriantes, sin duda. Las denuncias de violencia intrafamiliar parecen ir en aumento, probablemente ante la decisión cada vez más frecuente de las mujeres de no quedarse calladas y exponer ante las autoridades las situaciones de violencia a las que son sometidas. Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer en defensa de la mujer y su integridad.

No podemos permanecer impasibles como sociedad ante estos hechos criminales, como el asesinato de Angélica Montaño, en los que se conjugaron una serie de variables que, finalmente, condujeron a su muerte anunciada.