Los primeros días del nuevo año son una temporada propicia para realizar balances; una tarea básica de planificación que parte de una revisión de lo que se hizo bien y lo que funcionó mal en el ciclo que acaba de terminar, con miras a reflexionar sobre cuál debería ser el camino a seguir.
Por otro lado, una constante preocupación de EL HERALDO ha sido analizar periódicamente las estadísticas de homicidios e inseguridad, a modo de indicador de lo que sucede en Barranquilla, el Atlántico y los departamentos de la Región Caribe. Y en particular el ejercicio se suele enfocar en las manifestaciones de violencia que se ensañan con grupos de la sociedad especialmente vulnerables, como lo continúan siendo las mujeres en nuestra Región, al crecer y desarrollarse en un entorno cuyo día a día sigue estando marcado por unas profundas raíces culturales machistas.
En este sentido, ha sido lamentable corroborar cómo las cifras de homicidios en los que las víctimas fueron mujeres no han disminuido, sino que, por el contrario, se dispararon ostensiblemente en el Atlántico en 2016.
Tal como lo registra un informe publicado en la edición de hoy, los casos de mujeres asesinadas pasaron de 35 en 2015 a 51 en el último año. Aunque no todos hayan sido catalogados por las autoridades como feminicidios, pues no se ha comprobado que en todos hayan mediado razones de género, ni fueron cometidos exclusivamente por parejas o exparejas, lo cierto es que convendría considerar el incremento de asesinatos de mujeres como un serio campanazo de alerta que, cuando menos, debería desencadenar una serie de acciones orientadas a revisar detalladamente el impacto de las estrategias que hoy se están implementando para brindarles garantías para su protección y articular esfuerzos para lograr un trabajo más efectivo en el propósito de reducir las muertes violentas.
Es cierto que en muchas situaciones lo que ha estado detrás han sido riñas de microtráfico, disputas de pandillas, atracos y otro tipo de motivaciones que no son directamente relacionadas con violencia de género. Los expertos dan distintas explicaciones al fenómeno. Pero, como coinciden en verlo varios, no deja de ser menos cierto que incluso en casos de delincuencia común o riñas, la condición de género ha puesto en desventaja a las víctimas frente a sus agresores.
Es importante considerar que la cifra de homicidios es solo un indicador que alerta sobre un problema mayor, de fondo, pues son muchas más las formas de violencia que todavía se irrigan en nuestra sociedad y son más difíciles de registrar y combatir, como la violencia psicológica, emocional o sexual.
Nunca serán suficientes las acciones para contrarrestar el impacto de la violencia de género. Ojalá crezca la conciencia de su gravedad, y con esto, una mayor movilización sobre un problema que nos concierne a todos.