
En su mensaje de Navidad a los colombianos desde la base de entrenamiento militar de Tolemaida, el presidente Juan Manuel Santos ratificó la intención del Gobierno de convertir la tragedia invernal en la mejor oportunidad para que cientos de miles de familias que han sido desplazadas por la arremetida de las aguas mejoren sus condiciones de vida y salgan de la crisis fortalecidas social y económicamente.
“Colombia tendrá que ser mucho mejor después de esta tragedia invernal”, afirmó el Presidente de la República, rodeado por el ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, y la cúpula militar, que ha jugado un papel fundamental en la asistencia humanitaria en algunas regiones del país.
En su alocución del pasado 24 de diciembre, Santos volvió a comparar la actual crisis invernal del país con los efectos devastadores que produjo en los Estados Unidos el paso del huracán Katrina en 2005, que arrasó con el 85 por ciento de la ciudad de Nueva Orleans y ocasionó el desplazamiento de 145.613 personas, quienes debieron ser reubicadas en los estados de Texas, Luisiana y Misisipi.
Ocurre, sin embargo, que en Colombia las cifras son más demoledoras que las que dejó el paso del Katrina por Nueva Orleans. El número de damnificados en el país ya superó los 2.200.000, la gran mayoría de ellos habitantes de la Región Caribe. Mientras Estados Unidos debió reubicar a unas 150.000 personas, hecho que aún sigue sin tener una solución definitiva y que en su momento le generó duras críticas al presidente George W. Bush, en Colombia hay que hacer lo mismo con una población inmensamente superior.
Pero hay otras cifras que indican que el esfuerzo de los colombianos tendrá que ser mucho mayor al de Estados Unidos si queremos superar con éxito la actual crisis invernal. Si bien es cierto que el número de muertos es inferior en Colombia, las viviendas afectadas que tendrán que ser reconstruidas, o construidas en otros lugares, son cerca de 200.000. Colombia deberá rehabilitar cerca de un millón de hectáreas que hoy se encuentran inundadas y deberá reubicar a unas 400.000 familias que habitan en zonas de alto riesgo.
Y todo ello deberá hacerlo con muchos menos recursos de los que dispuso el gobierno de George W. Bush, tarea que no pudo cumplir a cabalidad y que le generó buena parte del desprestigio con que terminó su mandato.
La tarea que tendrá que adelantar el Gobierno deberá ser, pues, titánica si pretende convertir la actual crisis en la mejor oportunidad para sacar de la miseria a millones de colombianos. El presidente Santos prefiere ver el vaso medio lleno y no medio vacío, y por ello apuesta al optimismo y a los buenos deseos, así como a la voluntad y la capacidad de superación que tenemos los colombianos, pero nada hace pensar que, al final, cuando deje de llover y las aguas vuelvan a su cauce, las cosas serán mejor que antes. ¿Qué hacer para que la tragedia invernal sea la mejor oportunidad para superar la pobreza extrema en algunas zonas del país, especialmente la Región Caribe? ¿Hasta dónde son realizables los buenos deseos del presidente Santos? ¿De dónde saldrán los recursos para la reconstrucción del país?
Hora de gerenciar la tragedia
La designación del ex presidente de Bancolombia Jorge Londoño, como gerente de lo que podría llamarse la ‘reconstrucción nacional’ demuestra que la intención del presidente Santos es la de ponerle cifras concretas a la tragedia. No solo para conocerla en su real dimensión, sino para saber cuánto se necesita para superar la crisis invernal, que no es poco si se tiene en cuenta que hasta la fecha el Ministerio del Interior y de Justicia ha destinado cerca de medio billón de pesos para la atención de los damnificados. La experiencia de Londoño durante muchos años al frente de uno los principales bancos del país es prenda de garantía en el manejo eficiente de los recursos. No es hora de hacer nombramientos por cálculos políticos, sino de designar a personalidades con amplia trayectoria, que no lleguen a los cargos a improvisar a la hora de tomar trascendentales decisiones. Londoño podría convertirse en el nuevo Luis Carlos Villegas, que como se recuerda fue fundamental para la reconstrucción del Eje Cafetero durante el gobierno de Andrés Pastrana, luego del terremoto que afectó a los departamentos de Quindío y Risaralda.
Muchas preguntas, pocas respuestas
Si bien es cierto que lo prioritario es hacerle frente a la crisis humanitaria que hoy viven cientos de familias en todo el país, especialmente en la Región Caribe, no se puede perder de vista que el compromiso del Gobierno es el de mejorar drásticamente las actuales condiciones de vida de los damnificados. Para ello es necesario que se empiece a trabajar desde ya en la reconstrucción de las zonas afectadas por el invierno. Y en ese sentido es prácticamente muy poco lo que se ha hecho. A excepción del Atlántico, donde el Ministerio del Interior y de Justicia entregó bienes incautados a organizaciones criminales para que sean utilizados para la reubicación de los damnificados, en el resto de la Región Caribe y en otras zonas del país todo está por hacer en esa materia. ¿Cuáles son los planes del Ministerio de Ambiente y Vivienda para construir las cientos de miles de viviendas donde vivirán los damnificados del invierno? ¿Dónde se van a construir las nuevas poblaciones? ¿Quiénes van a estar al frente de esos nuevos macro-proyectos de infraestructura y urbanísticos? ¿De dónde van a salir los recursos? ¿Son necesarios nuevos impuestos? ¿Qué porcentaje de la venta de Ecopetrol se destinará para la reconstrucción nacional? Estas son algunas de las preguntas que siguen sin respuestas, y es necesario que los damnificados empiecen a recibir mensajes de tranquilidad que ayuden a mitigar sus penas.
¡Conciencia ambiental, estúpidos!
Es urgente y necesario que Colombia asuma con seriedad la agenda ambiental que hoy se impone en buena parte de la comunidad internacional. La experiencia de la tragedia invernal nos debe llevar a todos a tomar conciencia de los efectos fatales que tiene para toda la comunidad prácticas como la tala de árboles y la pesca indiscriminada en ríos y ciénagas, así como el asentamiento humano en zonas ribereñas. Mientras el mundo toma conciencia de la importancia de respetar y preservar la naturaleza, en Colombia se hace masiva la agresión a las fuentes hídricas y el irrespeto a las especies nativas, sin que el Gobierno tome medidas en el asunto. Todo lo contrario: muchas veces se comporta como convidado de piedra o como cómplice. Y en ese sentido sería muy bueno que el país supiera bajo qué condiciones el gobierno anterior adjudicó 4.5 millones de hectáreas para la explotación minera. ¿Qué territorios compromete? ¿Cuántas comunidades indígenas y afrodescendientes se verán afectadas? ¿Cuántas fuentes de agua podrían desaparecer? ¿Cuántos páramos están comprometidos en dichas concesiones mineras?
El gobernador Bonnet
Así como la designación de Jorge Londoño como ‘gerente de la reconstrucción nacional’ tuvo buen recibo en la opinión pública, el nombramiento del general retirado Manuel José Bonnet Locarno como gobernador encargado del Magdalena también cayó muy bien en ese departamento. El general Bonnet es uno de los oficiales más apreciados del Ejército Nacional, y en múltiples oportunidades ha dado muestras de su enorme sensibilidad social. El Magdalena es uno de los departamentos más golpeados por la ola invernal, y los damnificados superan los 100.000. El General, que siempre ha dado muestras de ser recursivo y creativo, tiene una muy buena oportunidad para hacer rendir los recursos que les sean asignados, que sin duda contribuirán a la superación de la crisis humanitaria que viven sus paisanos.
Por: Óscar Montes