El Heraldo
Orlando Amador
Economía

El reto de reconvertirse para sobrevivir en los tiempos de la crisis

Mipymes del Atlántico cambian el chip para seguir brindando soluciones frente a la COVID-19.

En los momentos más adversos, siempre se encuentra una ocasión para surgir de nuevo. No en vano, John F. Kennedy, inmortalizaba la frase “en una crisis se toma consciencia del peligro, pero reconoce la oportunidad”.

En tiempos de la COVID-19 y la cuarentena nacional, algunas mipymes y empresas consolidadas que ya habían colgado el cartel de ‘cerrado’, decidieron darle la vuelta a la situación, reinventándose, cambiando modelos de negocio o posicionando sus activos de otra forma con el fin de aportarle a la sociedad.

Pero cambiar las tuercas del engranaje de una empresa no suele ser tan sencillo como piensa. “La reinvención es difícil. Ni siquiera para el más grande o el más atrevido es sencillo. Muchas firmas tienen problemas porque cuando creas a una empresa, esa es tu bebé y muchos sienten que si cambian modelos o dejan algo hacia un lado están matando al bebé”, dice Pablo Navarro, consultor y mentor de Endeavor, una organización dedicada a apoyar emprendimientos.

La reinvención debería básicamente readaptar los procesos de la empresa. Esto puede hacerse “buscando que los activos se conviertan en un flujo de caja diferente”, plantea José Bedoya, director de desarrollo empresarial de la Fundación Santo Domingo.

EL HERALDO dialogó con empresarios locales que le han apostado a cambiar su modelo de negocio para adaptarse a las circunstancias que impone la pandemia.

Cámaras térmicas en aeropuertos: la apuesta de una empresa barranquillera
Prueba de cámara térmica.

“El tema del coronavirus nos ha pegado bastante duro porque se paralizaron los trabajos. Los clientes suspendieron obras”, confiesa Nassir Abdala, CEO de AP Ingeniería, una firma barranquillera dedicada a la seguridad electrónica en edificios residenciales, empresariales y centros comerciales.

Según Abdala, las soluciones de biometría estaban en crecimiento antes de la pandemia, pero una vez esta se presentó, las alternativas sin contacto físico como el reconocimiento facial o la biometría cobraron fuerza como oportunidad para generar empleo en medio de la crisis.

Este tipo de tecnologías están teniendo una relevancia mayor en el portafolio de AP Ingeniería, y se destacan las cámaras térmicas, pues, a juicio del empresario están ayudando a automatizar los procesos para la medición de temperatura en grandes superficies. Los primeros en adoptar esta tecnología de las cámaras térmicas fueron algunos aeropuertos de Colombia, como El Dorado en Bogotá y algunas industrias incluyendo varias en Barranquilla.

“Creo que la reinvención es necesaria para todas las empresas que quieran sobrevivir en esta pandemia. Toca mirar soluciones que estén orientadas al tema de la salud. Toca sí o sí reinventarse”, dice.

Masificar el uso del tapabocas en Barranquilla, Bogotá y Cali como propósito social
Paul Lewis con una operaria Orlando Amador

Paul Lewis y Eugenio Vélez fundaron hace tres años la empresa Synergy, dedicada a la fabricación de paños industriales enfocados en el mantenimiento de maquinaria y paños de belleza para el sector estético del cabello y el manicure.

“Entendimos que ese portafolio iba a verse muy afectado por la cuarentena y los inventarios eran altos. Entonces, comenzamos a buscar alternativas dentro de todo el aspecto social que iba a demandar la producción de artículos”, comenta Lewis.

Así identificaron una resolución del Ministerio de Salud sobre materiales recomendados para la fabricación de tapabocas, entre los cuales se encontraba una sugerencia de poliéster en paño no tejido, material que coincide con la fórmula de su producto. “Entendimos que había una oportunidad para masificar esto poniendo más tapabocas en el mercado”.

La receptividad por el producto ha sobrepasado la oferta y la capacidad producción del pequeño taller aliado en Barranquilla. Ante esto, han desarrollado alianzas para expandir operaciones en Bogotá, Cali y un segundo taller en la capital del Atlántico. “Seguiremos apostando a los tapabocas con la esperanza en la reactivación pronta del modelo inicial”.

Confección de trajes de bioseguridad
El traje de bioseguridad.

A 13 microempresarios de Juan Acosta la declaración de la cuarentena por el COVID-19 “los tomó por sorpresa”. Fabián Arteta encabeza esta red de emprendedores tienen pequeños talleres en sus casas desde los que fabrican vestuario para damas que se distribuye normalmente en almacenes de cadena.

“Un empresario con el que íbamos a trabajar trajo una muestra de trajes de bioseguridad, pero el proyecto no resultó. Nos inspiramos en la muestra y un amigo llevó el producto a una clínica. Afortunadamente conseguimos un trato y en el primer lote nos pidieron 180 unidades. Hace unos días entregamos otro pedido, gracias a Dios”, relata Arteta.

“De pronto no nos genera una gran ganancia, pero lo que queríamos era ayudar a las maquiladoras, a nuestras trabajadoras”, confiesa Fabián Arteta.

Un nuevo aire para una empresa con 30 años de operación
Alberto Cogollo en su laboratorio

Alcoquímicos ha atendido el mercado de Barranquilla, Soledad y Malambo por 30 años. Calbert Cogollo pertenece a la segunda generación de la firma creada por su padre, químico farmaceuta con especialidad en el desarrollo de formulaciones.

La llegada de la COVID-19 les cambió la dinámica empresarial “prácticamente en un 100%”, según cuenta Cogollo. Sus principales clientes eran las clínicas, hospitales y distribuidores al mayor, pero en la actualidad y tras la reformulación de productos, la gente del común se ha convertido en su principal aliado.

“A mi papá (Alberto Cogollo) desde casa le tocó rediseñar fórmulas existentes y elaborar unas nuevas especiales para los nuevos productos”, relata Calbert Cogollo, licenciado en mercadeo. Crearon tres nuevos productos para el cuidado personal.

Un gel hidroalcoholado de bolsillo para uso personal. Un segundo producto llamado slice surface enfocado en desinfectar superficies expuestas, como la ropa o empuñadura de puertas. Asimismo, han diseñado un jabón líquido antiséptico, que según dicen, “perdura por mucho tiempo en la piel y puede romper la cadena del virus” en caso de que toque la piel.

“La gente va a entender ahora que la necesidad es tener sanos los hogares. Esto llegó para quedarse y de ahora en adelante. La gente deberá adquirir nuevos hábitos de aseo personal”, señala Calbert Cogollo.

De los procesos de selección de personal a medir la temperatura
Nicoll Durán, gerente de A&E Consultores

A sus 27 años, Nicoll Durán está a la cabeza de A&E Consultores, una firma que se dedica a hacer estudios de confiabilidad en los procesos de selección de personal de las empresas. En este campo, los efectos de la COVID-19 se sintieron incluso antes de la declaratoria de cuarentena obligatoria.

“Apenas se conoció el primer caso de la COVID-19 en Colombia decidimos emplear mecanismos de bioseguridad”, dice Durán, pero al mismo tiempo determinó que era un riesgo movilizar a sus operarios por transporte público, por lo cual decidieron cambiar las visitas de confiabilidad por una videoconferencia. La idea, que en un principio fue viable, de un momento a otro “se vino abajo” afirma, ya que las empresas no están contratando personal.

No somos un servicio necesario y no lo seremos hasta que se levante la cuarentena”, expresa Nicoll. Esta barranquillera decidió un día apostar por los termómetros digitales en alianza con un cliente de consultoría. “El tema lo pensé en primera instancia para la empresa, pues permitía establecer si alguien era un factor de riesgo o no al entrara las instalaciones.

Luego me di cuenta de que se podrían comercializar entre nuestros aliados y eso le apostamos”, comentó la licenciada en administración de empresas. La coyuntura hace reflexionar a Durán. Para ella, la actual situación le está “abriendo el pensamiento” y ha decidido apostar a varias fuentes de ingresos y modelos de negocios sin perder el rumbo inicial con el que se consolidó su empresa.

“Todas las empresas que no estén dentro de las excepciones, tienen que reinventarse”.

La máquina ‘criolla’ para hacer 300 mil tapabocas por día
La máquina para hacer tapabocas.

Como ingeniero mecánico, con experiencia en el diseño de máquinas, Jairo Watts armó un plan de reinvención en su planta de empaque y embalaje. “Es como si estuviéramos en guerra. Me encerré en el taller y con lo que había empecé a rediseñar”, confiesa Watts.

“Con el aporte de dos talleres en la ciudad, con permisos especiales y disposición, proveedores electrónicos fuera de la ciudad, asesores que conocen de salud para cumplir los requisitos sanitarios, del material para hacer tapabocas como se exige, con su empaque, y nuestros trabajadores creamos la máquina que desde este miércoles producirá 300.000 tapabocas diarios. La máquina es de acero, material que se exige a la industria de alimentos”, dijo.

Ahora en el taller, donde continúa, el ensamble de la máquina para completar el proceso de la fabricación, Jairo Watts señaló que tiene pedido de Ecuador, de Medellín, de Bogotá, y hasta le han propuesto que venda la máquina. Watts explicó que el proceso de manufactura evita que el material permanezca hasta su empaque sin manipulación de los operarios y que planean entrar al mercado compitiendo con precio.

“Dios es quien me motivó y me ha abierto puertas", agregó.

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