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En caso de que la mitad de la oferta de gas en Colombia se supla con importaciones, el alza en las tarifas de gas de cinco ciudades principales del país (Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga) podría alcanzar hasta un 45,8 %.

Pero ojo, en un escenario menos optimista, en el que el país tenga que recurrir en su totalidad a las importaciones en el futuro cercano, las tarifas se incrementarían hasta en un 91,5 %. Así lo reveló una investigación llevada a cabo por Sergio Cabrales y Juan Benavides, investigadores adjuntos de Fedesarrollo en temas energéticos.

El informe recuerda que en los últimos once años, las reservas probadas de gas natural en Colombia se han reducido a menos de la mitad, al pasar de 5727 giga pies cúbicos (GPC) en 2012 a 2373 GPC en 2023.

“Durante este periodo, con excepción del año 2021, las reservas incorporadas han sido insuficientes para reemplazar el volumen de gas producido. Por la reducción de la brecha entre oferta y demanda, el precio del gas ha pasado de USD4.5 por millón de BTU (MBTU) entre 2015–2022, a más de USD10 por MBTU en los últimos meses, sin contar el precio final que incluye el resto de costos de la cadena”, precisa el informe de los investigadores.

Ellos resaltan que el declive de la oferta doméstica se produce por la combinación de seis causas, la primera de ellas es relacionada con el riesgo de exploración. “Entre 1952 y 2010, el factor de éxito exploratorio ha sido de 23 %, lo que significa que solo uno de cada cuatro pozos perforados alcanza viabilidad comercial. Este indicador refleja los riesgos asociados a la exploración de hidrocarburos en el país”.

Otro punto es el aumento de la participación del estado en los ingresos petroleros.

“Hasta 2018, se incentivó la inversión mediante deducciones y beneficios fiscales, consolidando al sector como motor económico del país. La reforma tributaria de 2022 incrementó la participación del Estado en las utilidades generadas por los proyectos de hidrocarburos, elevando el government take del 63 % a más del 8 0%, con la imposición de sobretasas (con tarifas adicionales del 5 %, 10 % o 15 %, dependiendo de los precios internacionales del petróleo), mayor tributación sobre dividendos y restricciones en la amortización de activos”, detalla el informe.

En esos puntos también se señala la reducción y freno a la actividad exploratoria, que indican que, históricamente, Colombia ha ofrecido más de 1000 bloques, con 413 contratos firmados, mientras que entre 2010 y 2014 se perforaban entre 110 y 130 pozos anualmente, esa cifra se redujo a 34 en el 2024.

La complejidad de trámites de licencia ambiental, licencias sociales y consultas previas también es un factor importante. “Estos trámites tardan años en completarse. El entorno regulatorio en estos asuntos prolonga los plazos de ejecución, encarece los proyectos, y disminuye su rentabilidad al postergar la entrada en operación comercial”.

Otro punto clave que mencionaron en el estudio fue la estructura de industria concentrada y debilidad regulatoria.

“El mercado de producción es altamente concentrado (Ecopetrol tiene el control sobre más del 80 % de la oferta doméstica) lo que disminuye la presión competitiva en oferta. Además, la expansión y el cobro del transporte por distancia en una red poco enmallada disuaden el ingreso de campos altamente productivos y se ha entorpecido, por prejuicios, el ingreso del gas de fracking”, señalan.

Del lado de las importaciones, desde el cierre de 2024, el gas que llega desde al exterior a Spec (única regasificadora actualmente) también ha sido empleado para el sector eléctrico en pro de cubrir la demanda esencial, que incluye la demanda residencial, comercial, gas natural vehicular, refinerías y estaciones compresoras. En 2024, del total de la oferta gasífera nacional, 23,8% provino de importaciones frente a 8,1% del año pasado.

Los investigadores destacan que la creciente dependencia de las importaciones derivará en tarifas del servicio de gas más altas en razón de que traerlo desde el exterior sería representa un precio por molécula de gas hasta tres veces más altos.

A manera de explicación, la tarifa de gas de uso residencial, conocida como costo unitario de prestación (CU), se compone del producto entre el consumo en metros cúbicos y el costo unitario variable (CUV). Este CUV a su vez se compone del costo de la molécula de gas (G), más el transporte (T) y la distribución (D).

Si Bogotá, por ejemplo, empezara a depender exclusivamente de la importación de gas vería un incremento de 89,3 % en el factor G del costo del gas importado (USD17,07 frente a US$10 promedio del nacional) y T por la necesidad de traer el recurso desde la regasificadora de Cartagena y no desde los pozos en los Llanos Orientales. Si solo fuera 50 % de importaciones sería de 44,6 %.

Bucaramanga asumiría los mayores incrementos en tanto que la infraestructura de transporte de gas es deficiente. Se reflejarían aumentos de 45,8 % con dependencia parcial y de 91,5 % con dependencia total. Luz Stella Murgas, presidente de Naturgas, que una de las obras más relevantes para mejorar el transporte gasífera es concretar la bidireccionalidad Barranquilla Ballena (en Manaure, La Guajira).

Concretar esta propuesta implicaría la conexión del gas importado desde Cartagena pueda hacer su tránsito punto de interconexión del sistema de transporte de Promigas con el del interior del país.

“Colombia no podrá recuperar su autosuficiencia en gas natural sin la suscripción de nuevos contratos de exploración, un aumento significativo en la perforación de pozos y condiciones atractivas que estimulen la inversión en el sector de hidrocarburos”, concluyeron los analistas.