¿En qué se parecen Luis Narváez a Oswaldo Mackenzie y Émerson Acuña? No solo en ser barranquilleros, en que gritaron un título con el Junior: en el acento, un vaho currambero, que huele a barrios populares, Rebolo, Las Nieves, Las Malvinas y El Bosque.
El desparpajo, la bola de trapo, fuertes en los duelos, aguerridos, de golpeo duro, más para el Nené Mackenzie y Narváez, y tan frenteros que su sinceridad niega la hipocresía.
No hay final de Junior que no tenga un toque especial si no hay un currambero de raza entre los titulares. La historia lo cuenta desde el alba. En 1948 se jugó la primera final en Colombia entre Junior e Independiente Santa Fe.
Una evocación a la cuna del fútbol colombiano, en el barrio Rebolo, y un título disputado entre 22 jugadores en la cancha, entre los cuales había 14 barranquilleros: 11 en el Junior, 4 en Santa Fe, que alzó el trofeo. Un hecho que a los pioneros enorgullece con el árbitro de esa final: Elías Coll Tara, padre del olímpico Marcos Coll Tesillo.
Luis Narváez, de 29 años, 1,79 metros de altura, busca su segundo título y en esta final ante Atlético Nacional, el mediocampista hace una declaración que reafirma ese sentimiento que lo une con Mackenzie y el Piojo Acuña. 'Barranquillero que se respete, y juegue en Junior, quiere jugar esta final. Es especial contra Nacional y ganársela sería lo más lindo'.
El mediocampista camina moviendo los brazos abiertos, lejos de la cadera, y corre pisando toda la planta del pie. Un estilo que es del jugador de calle, que habla en la cancha, más que en el preámbulo de los partidos. 'Lo hago más para ordenar al equipo', cuenta.
Es un radar en la sala de máquinas para sacar al equipo, armar el primer pase y, si es en largo u orientado, la técnica no le falla. El entrenador de selecciones Atlántico, Carlos Padilla, recuerda que en sus comienzos era armador, gambeteador y suplente de Macnelly Torres.
El fútbol lo movió de la pizarra para estar más cerca de la defensa que del arco. Solo un gol ha anotado con Junior en el 2013 y aprendió que una plancha o un cierre es también un sello. 'Ahí se asentó y lo hace muy bien', destaca Padilla.
El partido de ida de la final lo muestra muy relajado y gracias a un torneo en la que ha jugado 20 partidos como titular. 'Estoy tranquilo y feliz. Agradecido con Dios y afortunado de estar en este equipo de nuestra tierra. Sabemos que llegamos con méritos a esta final'.
Con Julio Comesaña en los entrenamientos y David Pinillos en la raya, Junior tiene energía y tensión en la mitad de la cancha. Narváez analiza que le gusta tener a Yhonny Ramírez y Guillermo Celis. 'Me siento bien con Yhonny, que es experiencia, y Celis, una motivación. Cuando estuvimos los tres, nos apoyamos mucho. Nos decimos que nos vamos a comer a los demás. Ahora nos ha tocado jugar sin uno'.
Fue el medio campo que jugó en la ida de las semifinales ante Millonarios en el Metropolitano, un partido espejo para Narváez que sabe que tirar la presión hacia adelante cuando el rival lo permita, mostrará el Junior que sabe tener la pelota. 'Los 20 minutos contra Millonarios ha sido de los mejores que hemos jugado. El desgaste fue tremendo y eso hay que aprovecharlo, por la cancha, el clima que es difícil hasta para los que somos de aquí. Si salimos así ante Nacional, teniendo en cuenta que no todos los partidos son iguales, alguna (pelota) vamos a meter. Estamos tranquilos por la clase de equipo que tenemos. Vamos a jugar una final que la queremos ganar'.
Narváez, que ganó su primer título con Junior en el 2011, cree en el segundo. 'Estoy convencido que sí se puede. Quiero más. Tengo que dar todo para salir por la puerta grande cuando me toque'.