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Ciertamente, nada hemos escrito hasta ahora sobre ese par de resonantes victorias colombianas en estas eliminatorias que parecían harto problemáticas para clasificar al mundial del 2014. Pero que hoy vemos despejado el camino hacia ese objetivo, sin que tampoco querramos vender la piel antes de cazar el oso.

No hay deporte en el mundo que pueda parecer bello siendo mal jugado. Y ni siquiera bien jugado, pero faltándoles velocidad de desplazamiento es cosa grata a la vista. Por eso tanto el juego en el que se aplastó a los uruguayos y este último en el que se borró la ventajita que tenían los chilenos, para luego caerles encima con el desbordamiento de 3 goles impresionante a cual mas con los que se le puso el arroz amargo a los chilenos en sus propias barbas.

Todavía no le hemos podido ver o leer o escuchar –como quieran, queremos– a los criticones apresurados del profesor Pékerman. Lanzados a los cuatro vientos y sin darle al hombre la oportunidad de debutar y dar a conocer sus capacidades con la batuta, que en puridad de verdad como dicen los mejicanos es un tipo que se las trae.

Modesto, a pesar de ser argentino (por lo menos a estos les han colgado las acusaciones de una falta de humildad o al menos de sencillez de conducta y de habladuría) el señor Pékerman es hombre de pocas palabras, de ademanes sobrios, que casi siempre es la imagen humana de quienes saben mucho más de lo que expresan.

Especialmente, en lo concerniente a la materia de las estrategias. Pékerman, ya tan solo en dos partidos que ha sabido ganar estruendosamente, ha revelado que su filosofía futbolera es la de echar ‘pa alante’, casi que como marimonda sin breque. Y excúsenos esta apelación vulgarota en tema que no se presta.

Cuando estaba su equipo 2 a 0 frente a los uruguayos no dio la menor señal para que se amainara el ataque desatado. Por el contrario, hizo que la ofensiva arreciara para conseguir lo conseguido: 2 goles más para sumar 4. Y esta vez ante los chilenos, cualquier piloto colombiano, viendo que su gente ha logrado en patio ajeno empatar a un gol, de inmediato habría dado la orden de recular como el ovejo, que ‘ese puntito’ vale un potosí. ¿Cierto o falso?

Es lo que hemos visto los que saben y los que no cuando un equipo colombiano ha estado en manos de Maturana o el Bolillo Gómez y su recua de timoratos. Si una determinada autoridad los obligara a seguir atacando se les mojarían de miedo los pantalones. Pékerman debe conocer el pensamiento de Jack Dempsey, que desde que sonaba la campana comenzaba a moler a golpes a sus adversarios (tuvo 28 nocauts en el primer asalto) hasta verlos tendidos en la lona. Dempsey fue el primero que dijo en 1920, que 'la mejor defensa era un buen ataque'...

Por Chelo de Castro C.