De entrada, digamos que no deberíamos acometer el tema que ha de aparecer en estas columnas, a la espera de obtener un cierto acopio de información sobre estos campeonatos 'mundiales' de fútbol sub-20, que no tenemos a la mano y que debemos admitir que nos hace enorme falta, pues nos salvaría de un 'guayazo' descomunal, en un supuesto pero factible caso nuestro de yerro y deformación. Y entonces, ¿por qué lo traemos a colación?
Hombre, porque hay que escribir, hay que cumplir obligaciones insoslayables dentro de esta profesión, dicho así para salir del paso y no cubrir tanto espacio que se necesita para opinar dentro de ese mismo espacio. ¿El tema? ¿Por qué este llamado y catalogado 'mundial juvenil de fútbol' tiene tan pocos exponentes de países que son verdaderas potencias futbolísticas en todas las categorías, por una parte, en tanto que por la otra aparecen en esta alegre denominación de 'mundialistas' anchovas de cuerpo entero y diploma en las paredes?
Es algo que tiene bastante confundido a un columnista deportivo que muy cierto es la mayor parte de su vida profesional ha sido dedicada, primero al béisbol y al boxeo, pero dedico, dedica y dedicará mientras nuestras ya mermadas fuerzas periodísticas se lo permitan, a observar y a comentar inclusive sobre fútbol, deporte este que comenzamos a ver desde niños en el glorioso Estadio Moderno del barrio Montes, cuna de los más formidables jugadores de fútbol que dio este país en parte de los años 20 y en parte de los años 30, antes de abandonarlo para posesionarse en 1934 del hoy Romelio Martínez.
Pero detengámonos en remembranzas, que esa no es nuestra intención de hoy, sino saber por qué en este mundialito juvenil que finalizó hace pocas semanas no están potencias como Rusia y Alemania, que deben tener un caudal Sub-20 de la madona. Ni Hungría, que ha jugado fútbol exquisito desde la noche de los tiempos; ni Italia, ante la cual hay que descubrirse por sus títulos mundiales, ni Checoeslovaquia, que no juega fútbol de ahora y hasta jugó ante Italia la final del campeonato mundial de 1934... el adulto, no estos mundialitos fiferos del momento.
Y si asombro nos causa por esas ausencias que para quién esto escribe son inexplicables como desconcertantes, ¿qué decir entonces de presencias absolutamente sin el menor asomo de sentido o explicación, como Guatemala y Panamá, y de pronto algunas otras yerbas aromáticas que se nos han olvidado o quedado en el tintero, como se dice? ¿Alguien menos ignaro podría explicarnos la presencia en un mundial juvenil de fútbol de ese par de maulas futboleras...?
Si tiene la generosidad y se toma el trabajo de enviarnos a este periódico una explicación razonada de semejantes contrasentidos futboleros, gracias mil por bondad tanta, como dijo un poeta...
Por Chelo de Castro C.