El Real Madrid conquistó su quinta Supercopa de Europa de fútbol para pasar a ser el equipo más laureado de la competición, iniciando el curso con una imagen repleta de autoridad, superior a un Eintracht Frankfurt que cambió su identidad, con excesivo respeto al campeón de Europa, que se topó con Thibaut Courtois y cedió a los tantos de David Alaba y Karim Benzema.
Un equipo que gana cada final que juega exhibiendo una seguridad en sí mismo encomiable. Sin caras nuevas ni pruebas que encajar. Con los mismos referentes. El salvador Thibaut Courtois, la conexión letal Vinícius-Benzema. Con el dominio de un centro del campo de leyenda que añade un logro más a su extenso historial. El Real Madrid de Carlo Ancelotti, apuesta segura en las grandes citas.
Medirse al campeón de Europa y hacerlo tras recibir un set del Bayern en su estreno en la Bundesliga, fue una invitación al Eintracht a no arriesgar en exceso, a ser conservador. Más aún sin su estrella Filip Kostic, a punto de ser anunciado por la Juve, con Santos Borré aislado en punta. Su planteamiento provocó un inicio insípido. Sin espacios. Fútbol control con ausencia total de vértigo.
Sólo el desgaste físico o un error podría decantar el partido en momentos de control. Y lo cometió Mendy al borde del cuarto de hora. En salida de balón con una pérdida que provocó un mano a mano de Kamada ante Courtois, gigante de nuevo, tan decisivo como en la final de la Champions sacando el disparo abajo.
Con esa seguridad que transmite a sus compañeros desde portería, el Real Madrid sintió desde una acción de raza de Fede Valverde que la diferencia de calidad se plasmaría en cuanto diese un paso al frente y se liberase de las ataduras. Lo hizo el uruguayo, encontrando espacio en el carril derecho para servir el balón atrás a Benzema que regaló el tanto a Vinícius. No lo pudo celebrar porque Tuta lo evitó bajo palos.
El campeón de Europa había tardado tres minutos en responder. Cualquier idea equivocada del Eintracht quedaba desterrada. Comenzaba a sentir el peligro de un equipo que no perdona en las grandes citas. Tuvo paciencia para amasar el duelo el Real Madrid, sin brillo pero con dominio, hasta que golpeó. En un minuto tumbó al rival. Había volado Trapp para evitar un gran gol de Vinícius, en acción individual desde la banda, rompiendo con velocidad y soltando un gran disparo.
Nada pudo hacer cuando tras un saque de esquina, Benzema se suspendió en el aire en un gran salto, cabeceó a una zona donde no se esperaba la aparición de Casemiro, que cedió en bandeja de oro el tanto a Alaba. Lo más difícil ya estaba conseguido. El cerrojo alemán se abrió y estaba obligado a regresar a su identidad. A recuperar la valentía que había dejado en el vestuario.
El daño pudo ser mayor antes del descanso cuando Benzema falló lo que últimamente no perdona. Tras robo de Kroos, como si de un penalti se tratase, golpeó de interior tan ajustado al poste que se le fue por centímetros. El fútbol madridista se afinó en el segundo acto. Encontró la fiabilidad a base de combinaciones repletas de criterio por el interior. Esos momentos en los que la clase de Modric se impone y desafía cualquier lógica sobre la edad o el paso del tiempo.
La sentencia parecía cuestión de tiempo. Vinícius, incansable en la búsqueda del gol, se volvió a topar con Trapp, el travesaño repelió un zurdazo desde la frontal de Casemiro cuando los cambios ofensivos del Eintracht provocaban la aparición de espacios. El riesgo es enemigo de un Real Madrid que te mata en velocidad, con Vinícius como referente. Su buena lectura de espacios por la izquierda precedió el regreso de la conexión con Benzema que no faltó a su cita con el gol.
Un tanto especial para Karim, criticado años atrás por su falta de pegada y ahora máximo referente goleador. Superó a Raúl como segundo artillero de la historia madridista. Ya solo por detrás del jugador al que tanto asistió, Cristiano Ronaldo, cuyo adiós provocó una de las mayores mutaciones de un futbolista.
Cualquier intento del Eintracht fue en vano. Acabó con tres delanteros pero sin inquietar más a Courtois. Ancelotti tuvo tiempo de hacer debutar a Rüdiger y Tchouameni, de realizar un guiño a Ceballos en momentos en los que decide su futuro. El Real Madrid inició el curso exhibiendo firmeza el camino al mayor desafío.
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