Compartir:

¡Qué locura! Parecía que ganaba Ecuador con un penalti (¡Uffff! ¡Qué susto!). Parecía que los tres puntos se quedaban en Colombia gracias a Yerry Mina (lástima, la emoción fue en vano). Ni lo uno ni lo otro, pero hubo mucho más que eso en la agonía del partido: angustia, drama, esperanza, peleas, discusiones, felicidad, baile en falso, frustración, polémica, rabia, reclamos y desánimo.

Una película de suspenso y acción, pero sin final feliz. El desenlace fue para desmotiVAR. Sí, el VAR te da alegría, como cuando significó la anulación del penalti que pitaron en contra de Colombia por fuera de lugar detectado por el videoarbitraje, y te la quita, te desmotiva, como en la anulación del agónico tanto de Mina por una mano del defensor.

Nada qué hacer. Fueron frustrantes y desalentadoras las decisiones del juez central peruano Diego Haro en esas dos situaciones controversiales que estallaron el fastidio de la hinchada y un caos en la cancha en el que hubo reclamos, conatos de bronca, empujones y encontrones entre los integrantes de ambos equipos (jugadores, asistentes técnicos, utileros, todos entraron al barullo). El cuerpo arbitral quedó en medio de las airadas protestas de parte y parte.