
Paraguay y Ecuador empataron ayer sin goles en un deslucido debut en la Copa América, en el que los paraguayos estuvieron más cerca del gol pero fueron incapaces de provocar un rasguño al rival.
Los primeros minutos del choque estuvieron plagados de imprecisiones. En medio del desorden general, Paraguay retenía el balón en la medular.
Paraguay avisó por primera vez antes del primer cuarto de hora. Aureliano Torres desbordó por la banda izquierda y dio un pase a Edgar Barreto, que remató solo desde el punto de penalti. El arquero Marcelo Elizaga rechazó a saque de esquina.
La acción animó a los paraguayos, que adelantaron las líneas. Al mismo tiempo Ecuador, atenazado en su propio campo, no encontraba una respuesta y abusaba del pelotazo largo.
Hubo que esperar hasta la media hora de encuentro para ver la primera llegado con peligro de Ecuador. Cristian Benítez inició un eslalon en la línea de tres cuartos. Burló a un defensa con un túnel y regateó al arquero, pero se le hizo de noche y Paulo Da Silva trabó el disparo.
Los hombres de Reinaldo Rueda mejoraron ostensiblemente. Ganaron presencia en la zona de creación con un participativo Cristian Noboa, pero les costó generar acciones ofensivas, con un Felipe Caicedo poco activo.
Paraguay perdió protagonismo y sus jugadores se diluyeron en el centro de la cancha, incapaces de surtir de balones a Lucas Barrios y Santa Cruz, que buscaban con ahínco líneas de pase entre los corpulentos zagueros ecuatorianos.
En el segundo tiempo, Ecuador tomó la iniciativa. Michael Arroyo, que entró por Valencia, le dio verticalidad a su equipo y avisó con un trallazo que salió desviado por poco.
Paraguay respondió con un balón en profundidad de Barrios para Marcelo Estigarribia, que remató cruzado muy cerca del palo del arco de Elizaga.
Estigarribia, uno de los mejores de su equipo, desbordó poco después por la izquierda y puso un centro en la cabeza de Santa Cruz. El ariete remató con comodidad pero Elizaga, nombrado mejor jugador del partido, despejó el esférico con una notable estirada.
La entrada de Nelson Haedo Valdez le puso picante al ataque paraguayo, aunque las ocasiones llegaban a cuentagotas y el cronómetro avanzaba.
Los últimos compases del choque transcurrieron con un juego enredado en la zona de creación, sin ideas ni lucidez por ninguno de los dos bandos.







