El anuncio hecho por el Jefe de Estado, Juan Manuel Santos, de una reducción presupuestal del 62% de la partida asignada a los deportes colombianos, no le ha hecho la menor gracia ni a los deportistas, ni a las ligas departamentales, ni mucho menos a los miembros del Comité Olímpico Colombiano, que son los primeros en lamentar cualquier reducción presupuestaria que afecte al deporte nacional.

Como un despertar fecundo y amplio para mejorar desde todos los puntos de vista a los deportistas y sus instalaciones del caso, tal parece que en el seno del Gobierno Nacional, donde pululan funcionarios nada adictos al deporte, se le harán o se le ha hecho ya al campo deportivo las disminuciones hasta la concurrencia de un 62%, que es un fuerte mordisco que trituran al deporte colombiano de manera por demás sensible.

El presidente Juan Manuel Santos se apresuró hace pocos días a consolar a los deportistas colombianos diciéndoles que la reducción presupuestal no afectará a los deportistas de alta competencia en sus compromisos internacionales, pero lamentablemente, ha de reducir partidas del presupuesto nacional que estaban asignadas a las construcciones de los escenarios.

De cualquier manera, hablando de aportes oficiales a obras deportivas que se necesitan para mostrar al público lo que el mismo quiere ver como progreso individual y también colectivo, ya veremos con el paso del tiempo lo que esta anunciada reducción presupuestal ha de propiciar el desaliento que es de esperarse.

¿En qué medida ha de afectar los planes –unos ya adelantados en buena medida, pero aún lejos de su culminación-? Nadie lo dice de primer momento, pero de todas maneras la medida ha de afectar el panorama escénico de nuestros recintos deportivos; unos a punto de culminar las obras, y otros apenas comenzándolas, para un total desaliento innegable.

No somos partidarios del desaliento en los campos del deporte. Por eso invitamos a los deportistas de carne y hueso a los miembros de clubes, a los directivos de ligas, y al propio Comité Olímpico Colombiano a que no entonen voces de pesimismo o dejadez, y si hay que pedirle a los gobiernos departamentales que luchemos a brazo partido por las obras en construcción, hagámoslo en un consorcio de voces dispuestas al optimismo a pleno pulmón.

¿Vendrán tiempos mejores? No lo esperemos tan blandamente, que estamos bajo la férula de un Gobierno derrochador, como se lo ha demostrado la oposición sin que ningún gobiernista lo refute. Y no digamos más.