No es culpa del coronavirus, tampoco se debe a la subida del dólar. El técnico Julio Comesaña y sus dirigidos son los principales responsables del momento nublado de Junior. Aunque el equipo se encuentra a solo dos puntos del liderato en la Liga, a uno del segundo y con los mismos puntos del tercero, no hace una buena campaña en un torneo en el que apenas clasifican cuatro clubes a la siguiente fase (13 puntos de 24 posibles, poco más del 50% de rendimiento) y, mucho menos, en la Copa Libertadores, donde no ha sumado ni un solo punto que pueda maquillar su falta de fútbol, creación, cohesión, colectividad, convicción, ambición, atrevimiento, determinación y pundonor.

A duras penas, con un fútbol insípido, conservador, estéril y tedioso, los Tiburones han mordido puntos en la Liga, donde el nivel de juego está por debajo de la exigencia de la competencia internacional, en la cual sí han quedado en evidencia las graves falencias de Comesaña y sus pupilos en esta temporada.

¿Por qué este Junior 2020 todavía no despega ni muestra progresos en su juego? ¿Por qué parece ir de mal en peor? ¿Por qué tantas dudas y pocas certezas?

Aquí una lista de razones:

1. Aunque al principio tuvo inconvenientes con lesionados y tres convocados a la sub-23, Comesaña se ha demorado mucho para cuajar un onceno titular y una idea futbolística agradable. Sí, se incorporaron nueve piezas nuevas (pedidas por él, hasta donde sabemos), pero ya van diez partidos este año, ocho de Liga y dos de la Copa Libertadores, y el equipo no mejora. Ya se debería ver algo colectivamente y nada, no progresa.

2. Los nueve refuerzos que llegaron no han encajado del todo en el equipo. Solo algunos, como Fabián Viáfara, Dany Rosero, Didier Moreno y Miguel Borja, han protagonizado buenas y aceptables actuaciones, aunque con altibajos. Jeison Angulo, Cristian Higuita, Larry Vásquez, Sherman Cárdenas y Carmelo Valencia, poco y nada. Higuita ha estado más en departamento médico que en la cancha.

3. Comesaña y los dirigentes dejaron escapar jugadores como Sebastián Hernández y Rafael Pérez, que ya estaban adaptados a la ciudad y al equipo (como ocurrió el año pasado con Fabián Sambueza). Sí, había que renovar el plantel, pero sin barrer con toda la base. Hernández siempre daba una mano y Pérez era fundamental con su carácter y empuje.

4. La ausencia de un jugador como Víctor Cantillo pesa demasiado. Está haciendo falta ese arquitecto para dominar la pelota y construir jugadas. A Larry Vásquez le ha quedado grande, hasta ahora, sucederlo.

5. Los planteamientos excesivamente pacientes y defensivos por los que viene apostando Comesaña. El equipo está más enfocado en defender su pórtico que en buscar el contrario. Falta más agresividad y osadía. Solo suma nueve goles en 10 partidos disputados, menos de un tanto por juego (en cuatro se fue en blanco). Lo más preocupante es que genera muy pocas opciones para anotar. Se está desaprovechando la capacidad anotadora de Miguel Borja.

6. Los jugadores deben mostrar más hambre y menos conformismo; más carácter, rebeldía y compromiso. Que se les note sus deseos de gloria, sus ganas de triunfar y retribuir la confianza que depositaron en ellos. La pasividad, casi desidia, que se le vio a la gran mayoría ante Independiente del Valle fue vergonzosa.

7. La inspiración de Teófilo Gutiérrez es vital en la ofensiva de este equipo. Si él se enchufa y se echa el equipo al hombro, es probable que el ataque rinda mas. No ha tenido el comienzo de temporada ideal. Borja también tuvo algunos partidos flojos. Se necesita y se espera mucho de ambos.

8. Los cambios durante los partidos no están resultando los más acertados y oportunos. Se suelen tardar demasiado. Ante Independiente del Valle, con un Junior anestesiado, había que quemar todas las sustituciones y tratar, por lo menos, de buscar un revulsivo. Solo se hizo una, y eso que se jugaba en la altura de Quito.