El caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, cuando los periodistas le preguntaban sobre los cambios ministeriales en los gabinetes de turno, solía responder: “A mí no me importa quién va a ser el ministro, lo que verdaderamente me interesa conocer es qué va a hacer ese ministro”.
Desde que en las democracias aparecieron los medios de comunicación, la rumorología, las estrategias y las encuestas, el ciudadano se enfrenta día a día a cuestionar cada acción de quienes gobiernan o dirigen los países. Y es habitual que la pregunta más repetida en las sociedades modernas regidas por el sistema democrático sea: ¿quién será el próximo en subir al poder? Es decir, siempre buscamos confirmar cuál podría ser el ganador. Lo más simple. En últimas, regresando a la frase del inmolado liberal, nos importa más quién va a ganar las elecciones venideras y dejamos al desgaire lo que para mí resulta más valioso en esta época: qué va a hacer ese fulano (a) cuando gane el favor de los electores.
Pues bien, si miramos los últimos sondeos y los analizamos bajo el concepto de una “carrera de caballos” y de ser las elecciones presidenciales este domingo en su primera vuelta los dos primeros, según estas estadísticas, serían Sergio Fajardo y Gustavo Petro. Es decir, en ese hipotético caso la veleidad de nuestra mente se concentraría en esas dos figuras para debatir, debatir y debatir hasta la segunda vuelta. Y aquí viene lo pregunta de rigor: ¿de qué vamos a hablar en el ambiente político el 2022?
En las mismas cifras de opinión y al evaluar la imagen de las instituciones del país la fotografía es bastante difusa, cuando menos. Las peor valoradas son el sistema de justicia, el Congreso, la Corte Suprema y los partidos políticos, solo superadas por las FARC y la percepción que tienen de Nicolas Maduro.
Esto es lo que debería tener a todos pensando para el próximo ejercicio electoral: que los habitantes de este país tienen la idea de que nuestro sistema judicial y el escenario legislativo está a la “altura” del régimen de un cuestionado y oscuro dirigente de un país y de un grupo político cuyo único palmarés es haber atentado contra la tranquilidad de millones de habitantes, sin ningún tipo de empatía con los colombianos, de lejos en su parecido con el partido político M-19 que ganó veintiún escaños en la Asamblea Nacional Constituyente y fue parte del triunvirato que la presidió.
Los temas de interés postcovid-19 en las mismas mediciones son la lucha contra la corrupción, el desempleo, la salud y la seguridad. Todas estas demandas ciudadanas tienen que ver con leyes que hace el parlamento, las tramitan los partidos políticos, las evalúa jurídicamente el sistema judicial en materia legal y los define la Corte Suprema. “La democracia es la peor forma de gobierno, si exceptuamos todas las demás” repetía Winston Churchill. Somos nosotros, la gente del común, quienes debemos evitar estirar más los problemas reales de este sistema político y dejar de dilatar las verdaderas soluciones para que por fin rebroten unas instituciones que reflejen los intereses de nuestro país. Ojalá dejemos de pensar en Fajardo o Petro y nos ocupemos del auténtico futuro de la nación.
@pedroviverost