Uno de los muchos problemas estructurales que tiene Colombia es que no tiene una política de Estado frente a su política exterior; la cancillería ha sido utilizada por todos los gobiernos para pagar favores políticos y comprar lealtades. A los consulados y embajadas estratégicas rara vez llegan los profesionales que se presentaron a la Cancillería, pasaron un examen muy rigoroso, adelantaron una maestría en Diplomacia y Relaciones Internacionales y se prepararon durante años en temas específicos relacionados con Política Exterior; a pesar de la disciplina y formación de varios profesionales del país en la materia, a las embajadas de los países estratégicos –geopolíticamente hablando– solamente llegan los amigos del Gobierno.
Aquí cuatro ejemplos: Primero, Sudáfrica es uno de los países más importantes de los 54 países africanos, se considera uno de los principales enclaves comerciales ya que puede unir el mercado asiático con el europeo; sin embargo, en el gobierno Uribe nuestro embajador allí fue Carlos Moreno De Caro, un político parroquial folclórico y sin ningún tipo de nivel para el cargo, quien además fue sucedido por Edgar Perea ” el campeón”, personaje muy querido en el ámbito deportivo, pero que no contaba con la preparación académica ni diplomática para llegar al cargo.
Segundo, en el gobierno Santos se nombró para el Consulado de San Francisco al presentador de farándula Carlos Calero, quien pasó de conducir programas matutinos a ser diplomático en Estados Unidos, el país más importante en la geopolítica colombiana.
Tercero, el actual gobierno nombró a María Clara Rubiano en la embajada colombiana en Argentina, quien al parecer no tiene posgrados de ningún tipo y su carrera de pregrado es tasador martillero público, lo que quiere decir que viene del sector inmobiliario, sin ninguna experiencia para el cargo, pero ahora es una diplomática que no solo carece de las credenciales académicas y laborales necesarias, sino que ofende a sus conciudadanos y que fue denunciada públicamente en redes sociales cuando dijo “ los jóvenes que creen que con estudiar alcanza”.
Cuarto, ahora el Gobierno va a nombrar en la Embajada de Nicaragua a Alfredo Rangel, quien no ha sido funcionario de la Cancillería ni egresado de la académica diplomática, no tiene la experiencia laboral ni la formación académica para asumir un cargo de este tipo, su fanatismo político de extrema derecha va a llevar al país a una confrontación constante con el Gobierno de Daniel Ortega; estos cargos necesitan estadistas y estrategas políticos y no fanáticos políticos como Rangel que pueden no tener el conocimiento necesario para abordar la complejidad de los conflictos limítrofes que se tienen con este país.
Estos breves ejemplos de los últimos periodos presidenciales dan cuenta de la falta de importancia que se le otorga al rol de la Cancillería, pues seguramente si indagáramos más sobre otros casos vergonzosos de funcionarios diplomáticos podríamos crear un libro y de varios tomos.
Tristemente, los sucesivos gobiernos continúan viendo a la Cancillería como la caja menor y, a su vez, miles de estudiantes y profesionales en Ciencia Política y Relaciones Internacionales siguen sin empleo, terminando varios de ellos en call centers sin la posibilidad de ejercer su profesión, por la sencilla razón de que la clase política se reparte los puestos entre sus amigos pagando favores políticos. Esa es Colombia.