He revisado varias veces el proyecto de ampliación de la Carrera 51b y sigo sin comprender su pertinencia. No me malinterpreten. No me cabe duda de que es necesario implementar obras que mejoren las condiciones técnicas de esta importante vía, optimizando sus puntos críticos y corrigiendo las fallas derivadas de su diseño original, pero no encuentro fundamento que sustente una intervención de la escala y la ambición que tiene la propuesta que se ha socializado durante los últimos meses. Creo que con algo más de cuidado y análisis, se podría estructurar un proyecto que realmente logre mejorar la movilidad en ese sector de manera sostenible y eficiente.
El proyecto de ampliación demandará una considerable cantidad de recursos. Además del dinero que supone la adquisición de predios, las compensaciones y la construcción misma de la infraestructura; su fase de ejecución impactará considerablemente, y por varios años, la cotidianeidad de los vecinos y usuarios del corredor universitario, un costo que raramente se tiene en cuenta. Por eso, el resultado de esa suma de esfuerzos y sacrificios debería ser superlativo, que valga la pena, y que realmente mejore las condiciones de vida de un gran número de personas. Sin embargo, lo que se ha planteado no parece indicar que esto sea posible, dado que el mayor interés se ha centrado en favorecer la movilidad de los vehículos particulares. De hecho, la característica más relevante de la intervención son sus cuatro carriles de alta velocidad para el uso exclusivo de los automóviles, no para el transporte público. Tal parece que las prioridades están al revés.
Aun ignorando lo anterior, pasar de cuatro a ocho carriles tampoco tiene sustento. Los flujos que soporta esa vía, incluso con proyecciones optimistas para el futuro, no justifican una ampliación de tal magnitud. Vale la pena tener en cuenta que hay otras vías existentes, en construcción o proyectadas en diferentes planes urbanísticos, especialmente el que desarrolla Cementos Argos, que servirían como apoyo a la movilidad para ese sector, incluyendo la Carrera 46, la denominada Circunvalar de la Prosperidad y la vía a La Playa, entre otras.
En mi opinión lo único que justificaría el tamaño de la intervención que se ha propuesto sería un proyecto que implementara algún tipo de transporte masivo, sea un tren ligero, o un tranvía, o una nueva troncal de Transmetro. Está demostrado hasta el cansancio que ampliar las vías no es una solución para la movilidad, que lo único que se logra con esa estrategia es aplazar el reto fundamental: evolucionar hacia una modalidad sostenible de transporte urbano.
Tengo confianza en la visión de nuestro Gobernador, en su genuino compromiso con el futuro y el bienestar de sus electores. Por lo tanto, espero que el proyecto pueda corregirse y ajustarse para que verdaderamente brinde los resultados que demanda una inversión de esa naturaleza.
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