
Las señales mixtas de la economía colombiana
En Economía, a veces las buenas noticias, pueden ser señales de problemas en el camino. Ya diversos analistas han indicado que el record de la baja inflación de 1,76% anual, registrada para noviembre, puede ser la indicación que la economía se puede estar desacelerando en forma rápida. A los economistas se les enseña desde la ortodoxia que lo mejor es la baja inflación, pero cuando los precios caen como pasó en el mes de noviembre, ello debe ser motivo de preocupación. El gobierno y el Banco de la República salieron rápidamente a saludar la noticia como buena, pero la verdad es que por lo contrario, debemos preocuparnos.
A mediados de noviembre, Serfinansa presentó su alianza con Nexus en el área financiera, paso interesante para esa firma financiera. En dicho evento, Adolfo Meisel hizo una presentación de los factores de coyuntura de la economía mundial y nacional. Se cree que el PIB mundial sólo crecerá el 2,9% este año, y para el año entrante se proyecta una ligera expansión al 3,6%. Por donde uno mire, el escenario es de crecimiento lento, pues las economías industrializadas pasarán del 1,2% al 2,0%, las emergentes del 4,5% al 5,1%, y China del 7,8% al 7,6%. Los precios de los commodities seguirán cayendo, como el carbón, oro, café, y el petróleo es posible que se mantenga en los 100 dólares. Para la economía colombiana, los pronósticos del 2013 divergen: el Banco de la República espera que crezcamos este año al 4%, Goldman Sachs al 4,2%, pero J.P. Morgan señala que no pasaremos del 3,3%. Este crecimiento bueno pero mediocre, para lo que necesita el país, se origina en que la bonanza minera parece estar pasando, y el ritmo de la economía colombiana no está sostenido por la globalización, las exportaciones o la inversión extranjera, sino por nosotros mismos, los colombianos, en construcción, inversión pública y el consumo de los hogares.
La noticia buena sobre las tasas de desempleo (7,8% en octubre) debe verse también con modestia, pues el desempleo subjetivo y objetivo, están en un 43,4%, unos 9.9 millones de personas. El gobierno alega que ha aumentado el empleo de calidad, pero sabemos que gran parte del desempleo se oculta bajo la figura de la informalidad, lo cual explica el escepticismo de los colombianos ante el alborozo oficial.
La percepción sobre los negocios sigue siendo más positiva en el Caribe que en el resto del país, y para el caso de Barranquilla, es superior a la de Bogotá y Cali. Ello es bueno pues indica que no decae el entusiasmo con nuestra ciudad.
Asimismo, a pesar de los balances negativos de industrialización a nivel nacional, el escenario no ha sido tan malo para la región. Sin embargo, el colapso de Venezuela nos puede afectar aún, a pesar que ya asimilamos ese golpe hace años.
La noticia de la baja inflación no debiera convertirse en una mala noticia para el 55% de los trabajadores colombianos que sobreviven con el salario mínimo. La oferta del 3,3% de aumento es simplemente ridícula. Así, seguiremos ahondando las brechas sociales.
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