
La Selección, una emoción infinita
A miles de kilómetros de distancia de la patria, cuando ya se extraña todo lo de la tierra, no puede uno menos que emocionarse al ver el recibimiento que el pueblo colombiano le tributó ayer a los 23 guerreros que dejaron en alto el nombre de nuestro país en territorio brasileño.
Ese desborde, esa entrega a un seleccionado colombiano solo la habíamos visto en octubre de 1989 en Barranquilla, cuando el equipo dirigido por Francisco Maturana regresó de Israel tras conseguir la clasificación al Mundial de Italia 90. El único que no volvió fue el Pibe Valderrama, que salió directo de Tel Aviv hacia Francia, donde jugaba para el Montpellier.
Hubiéramos querido que ese festejo que hubo ayer en Bogotá se hubiera dado en Barranquilla, la verdadera Casa de la Selección, donde recibe más calor humano que en cualquier otra parte del país, pero este no es el momento de entrar en polémicas, sino de seguir celebrando y reconociendo todas las alegrías que este grupo de jugadores nos brindó en Brasil.
Hacía rato una selección no nos hacía sentir tan orgullosos. La de Pékerman nos devolvió la pasión por el equipo nacional y de no sentir vergüenza de decir que éramos colombianos. Había que estar ahí, en los estadios brasileños donde jugó la Selección, para sentir lo apoteósico que era la interpretación de nuestro himno por los aficionados.
Hoy es un momento para ensalzar a los 23 que fueron a Brasil, pero no se nos pueden olvidar otros que hicieron su aporte para que Colombia clasificara al Mundial, como Falcao, que con sus goles nos dio muchos puntos.
Macnelly Torres, excluido por disposición técnica, y que también contribuyó al salto de calidad que tuvo Colombia en su fútbol. Aldo Leao Ramírez, a quien los técnicos anteriores nunca miraron y terminó siendo un hombre importante para Pékerman. Lástima que una lesión lo marginó, al igual que Luis Amaranto Perea, quien en sus últimos años de carrera perdió la oportunidad de jugar un mundial. A Luis Fernando Muriel, quien por fortuna tiene juventud para poder estar en la próxima Copa del Mundo.
El coro de “Pékerman, Pékerman” ayer en el parque Simón Bolívar, de Bogotá, resume el sentimiento que todo un país tiene de que el argentino siga al frente de la Selección Colombia, que la conduzca en la Copa América de Chile el próximo año y que gane también el cupo al Mundial de Rusia 2018. No sabemos qué pasa por la mente de Pékerman en estos momentos, sabemos que la Federación desea retenerlo, pero todo está sujeto al deseo que él tenga de continuar.
Por lo pronto, ojalá lo que vivió ayer en Bogotá y lo que dijo el sábado en su alocución el presidente Juan Manuel Santos lo convenzan de seguir como técnico de nuestra Selección.
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