
Hablemos de fútbol | Paolo Rossi
Legendario goleador, todo un héroe nacional para los ‘tiffosi’. Me lo imagino reunido con Stábile, Kocsis, Leónidas, Ademir, Fontaine, y Eusebio, "allá" en donde, seguramente, hay una oficina dispuesta para los goleadores de los mundiales, mostrándoles su Botín de Oro.
Era difícil descubrir que en la cara amigable de Paolo Rossi, en su fina estampa y nada intimidante físico, se escondía un delantero de un instinto ‘asesino’ híper desarrollado dentro del área. Sus goles, sus cientos de goles, tenían origen en sus inteligentes movimientos, en su sentido de la ubicación y rápida ejecución. Era un estupendo tiempista, en el que la fuerza de su astucia era más que su fuerza física; su instinto, la punta de lanza de su talento goleador, y sus eficaces gestos técnicos, la herramienta preferida para que la pelota y la red se unieran.
Con Paolo Rossi pasé, después de cuatro años, de la admiración al ‘odio’ futbolístico. En 1978 sin que él lo supiera quise emular algunos de sus lances y virtudes goleadoras. Lo (ad) miraba para aprender. Pero en el Mundial de España en 1982, mi condición de hincha de Brasil fue desgarrada por las tres puñaladas que Rossi le propinó. Tres goles al mejor equipo, al representante del fútbol más bello, más artístico que se haya visto en muchos años de mundiales (ningún otro en los siguientes mundiales, a mi juicio, ha desplegado tanto virtuosismo).
En el primero, expuso su capacidad de anticipo para ganarle la posición por dentro a Junior y cabecear el centro de Cabrini. En el segundo, su viveza para ‘robar’ un pase imprudente hacia el medio de Cerezo y rematar antes de entrar al área. Y, en el tercero, su ubicación y oportunismo en el área chica, para ganar el rebote después de un tiro de esquina y aprovechar la ‘dormida’ de Junior que lo habilitó (el año pasado en el Maracaná, en la Final de la Copa América, estuve a punto de reclamarle sus despistes defensivos, pero era momento de la foto del recuerdo con el formidable jugador brasileño).
Como los grandes goleadores, hizo alarde de una gran capacidad de síntesis, la cual expuso en las instancias finales de aquel Mundial. Se había ido en blanco durante la primera fase, pero cuando llegó la fase definitiva le convirtió tres a Brasil, dos a Polonia y uno, en la finalísima, a los alemanes. Esa gesta tuvo trazos de heroicidad porque acababa de cumplir una sanción de dos años sin jugar por problemas de apuestas.
Paolo Rossi, legendario goleador, todo un héroe nacional para los ‘tiffosi’, murió el pasado miércoles 9 de diciembre. Me lo imagino reunido con Stábile, Kocsis, Leónidas, Ademir, Fontaine, y Eusebio, "allá" en donde, seguramente, hay una oficina dispuesta para los goleadores de los mundiales, mostrándoles su Botín de Oro. Que descanse en paz.
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