Se estira Calixto Avena, era la frase preferida del que ocupaba el puesto de arquero en nuestros improvisados partidos en la calle en la época de mi infancia. Era la imagen que teníamos grabada en nuestro cerebro: la corpulenta figura del arquero de Junior quien ‘volaba’ para atrapar el balón. La pelota quedaba como adherida a sus manos, inmóvil, presa entre sus diez dedos.
Fuerte, seguro, de físico tarzanesco. Nacido en San Antero, Córdoba, tierra tradicionalmente beisbolera, Avena prefirió profesionalmente los guantes de arquero y no las manillas. Y esa decisión lo hizo quedar en la historia de Junior.
Carlos Peña es sinónimo de lealtad y fidelidad. Su vida la dedicó totalmente a Junior. Fue como lateral izquierdo que se convirtió en un infaltable en la alineación rojiblanca hasta su retiro. Tras el cual, ocupó todos los cargos: técnico, asistente, preparador, delegado, gerente. Y todos los ejerció con la misma mística. No era -no es- Carlos Peña, fue y es ‘Papi’ Peña, o simplemente ‘Papi’. Y sí que fue como un padre para todos los que fuimos sus pupilos. El más noble y verdadero amor por una institución está explicado en la incondicionalidad de ‘Papi’ Peña con Junior.
‘Joaco’ Pardo nació en el popular y futbolero barrio Rebolo. Pero el director técnico brasileño Marinho Rodríguez de Oliveira le decía no eres reboleiro, eres brasileiro. El elogio y el reconocimiento eran más que obvios, le decía que su calidad era como las de los que practicaban el mejor fútbol de la época. Con una técnica y claridad superlativas. Es considerado como uno de los 5 mejores futbolistas nacidos en esta tierra. Su fosforescencia fue breve en proporción a su gran talento, pero en la memoria de los hinchas de los años 70 aún se iluminan sus hermosos pases y potentes remates.
Antonio Rada les dio toda la razón a los que le dieron el remoquete de ‘el Cañonero’. Sí,‘Toño’ Rada no hizo sino romper redes enemigas con los dos cañones que tenía en sus piernas. Cualquiera fuera la complejidad del balón, esgrimía su variado repertorio de remates, no se esmeraba en buscar atisbos de sutileza, buscaba la eficacia, que el arquero cayera vencido y la tribuna en coro celebrando el gol. El famoso dúo con Dida hizo más expeditiva la ruta de su innato poder goleador: el genial brasileño creaba y el goleador atlánticense concretaba.