El orden en el fútbol es imprescindible. Un equipo organizado corre mejor la cancha. Con el orden, los esfuerzos y las tareas están mejor distribuidos. Sin él, hasta la creatividad se dispersa. Orden más talento suele ser la ecuación preferida para algunos, y para otros, talento más orden.

El orden es cierto que puede ser más evidente cuando un equipo está defendiendo, pero no se agota ahí su presencia indispensable en el funcionamiento. También se necesita tener una organización en el momento en que se está en fase ofensiva.

De una parte, para que los futbolistas no realicen los mismos movimientos y no ocupen los mismos lugares. La idea es desordenar a la defensa del rival, no atacar desordenadamente. Y, de otra, cuando un equipo ataca hay que tener una organización tal, que impida que ese ataque se transforme fácilmente en un contraataque del rival.

Mientras unos jugadores están directamente involucrados en la jugada de ataque, debe haber otros ordenados para lograr recuperar el balón inmediatamente tras la perdida de este si ese es el plan táctico, o abortar la jugada con un anticipo, un rechazo o una falta; o iniciar un repliegue, para darle tiempo a sus compañeros de regresar.

Inclusive, el regreso de esos jugadores (repliegue) debe ser ordenado, no todos corren hacia la zona donde el rival va progresando, solo debe hacerlo uno o algunos (preferiblemente en diagonal para cortarle el camino), y otros regresan en línea recta hacia la zona lejana del avance del contrario.

Orden no es antónimo de atacar. Un equipo ordenado en ataque, generalmente da más y mejores pases, progresa con más criterio y elimina rivales con más frecuencia. Y, lo mejor, los jugadores tienen más y mejores opciones para exponer sus propias habilidades.

Quizá, si el Junior comienza a creer en esto, empiece a jugar bien.