No hay segunda oportunidad para causar una primera buena impresión. Así reza una vieja frase con la cual, quienes la usan, quieren darle una importancia única a aquello de la primera impresión es lo que vale.

Pues, la Selección Colombia pareció no creer a pie juntillas en ella en su enfrentamiento ante Corea del Sur. La primera impresión que dejó ‘la Amarilla’ (la del primer tiempo) fue muy mala. Superada en ritmo, dinámica, agresividad y juego colectivo por su rival. La velocidad con la que los coreanos se trasladaban en la cancha, con y sin el balón, superaban totalmente la pesada y tímida actitud, física y mental, de Colombia. El resultado de dos a cero a favor de Corea al finalizar esa etapa representaba en números su supremacía en el trámite.

En la segunda oportunidad (la del segundo tiempo) que tuvo Colombia, sí causó una muy buena impresión. Y lo hizo con los mismos futbolistas del primer tiempo. ¿Qué pasó? ¿Se desgastó Corea tras el gran esfuerzo de la primera parte? ¿Los dos goles en los dos primeros avances de los cinco minutos iniciales del segundo tiempo reforzaron la actitud y la confianza? ¿La activación de Muñoz y Valoyes por la derecha? ¿La posición más centralizada y con más intervenciones de Carrascal? ¿Llevar más arriba, en campo coreano, a Matheus y a los demás? Cualquiera haya sido la, o las razones, fue evidente la superioridad colombiana. Más juego, más y mejor posesión, mejor recuperación del balón, todo impulsado por otra dinámica y otro compromiso de todos para intervenir en ambas fases.

Otro ensayo para la Selección Colombia y su cuerpo técnico, que deja algunas alentadoras señales.