
Dos outs, defendemos, fly profundo al center field, me quito la careta de cátcher y le doy la espalda a la jugada, los otros jugadores también se dirigen al dogout sin ver, porque sabemos que la atrapará. Champion outfielder en juegos universitarios. Era la bujía del equipo, primer bate que se las arreglaba para llegar a primera base; una vez allí, sabíamos que se robaría la segunda, aún sin que el manager le diera la seña. Champion robador de bases, incluyendo a los mejores lanzadores de las universidades de Cartagena y el Atlántico. Ya en segunda, sólo necesitábamos sacar la pelota del cuadro porque él anotaba la carrera.
Así era en el fútbol, un guepardo por la punta derecha con una potencia y capacidad para recibir patadas sin que lo derribaran o se quejara, lo que le valió el remoquete de “El Camioncito”, porque no era alto.
Así era en la rumba, el de la pinta bacana, el primero que se lanzaba a bailar, el de los pasos de salsa mezclados con ballet o tauromaquia, el que brindaba con todos, el animador de la fiesta de principio a fin, el que conocían y querían en todos los rumbeaderos de la ciudad, últimamente en La Cueva y La Troja.
Así era en la amistad, una tractomula cargada de amor que nos expresaba en cada uno de sus actos y nos embarcaba en su viaje de celebración permanente de la vida. Solidario, dispuesto a servir, bacán de hueso colorao.
Así era como anfitrión, el patio de su casa era la alcahuetería perfecta para cualquier celebración, ahí cumplí mis 70 años. Su sala de televisión se llama Old Trafford, como el estadio de Manchester, porque el tamaño de la pantalla nos hace sentir en primera fila. Con una condición: no se discute sobre fútbol, se argumenta.
Así era como padre de familia, nadie tenía que decirle qué resolver porque él ya iba un par de pasos adelante, amoroso de su esposa y sus hijos, a quienes transmitió los valores que a él le enseñó su madre para hacerlo cabeza de familia con todas las de la ley.
Así era como estudiante en la Facultad de Medicina de la Universidad del Cauca, siempre en los primeros planos a lo bien, serio, responsable, estudioso, querido por sus amigos y profesores por su don de gentes y dedicación.
Así era como otorrinolaringólogo, el Doctor Óscar Rito Romero de las Salas, un excelente clínico y, también, un hombre de acción, por eso eligió el bisturí para expresar su arte como médico, tenía que escoger una especialidad en la que desfogara su creatividad, su personalidad se lo imponía.
Así era su dedicación a los pacientes, a tal nivel que fue la causa de haberse contagiado de C-19 por estar en su ley, operando, a pesar de todas las medidas de bioseguridad que llevó al quirófano para mejorar la vida de alguien a costa de la suya. Otra persona de la clínica se contagió, estuvo en UCI y se está recuperando.
Así fue su despedida, con “Sonido Bestial” de fondo musical.
haroldomartinez@hotmail.com
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