La gente generalmente tiende a considerar que un torneo de fútbol con la carátula de “mundialista” es algo por demás grandioso. Y se deslumbran con protagonistas como Brasil, Alemania, Holanda y algunos pocos más. Pero olvidan o no se percatan que en esos mismos torneos hay protagonistas que serían silbados hasta en Bolivia. Como esos dos que jugaron en el Mundial de Brasil, tales como Bosnia e Irán, los dos con futbolistas más malos que “el azul de pelotita” habría dicho un viejo barranquillero.

¿Cómo es posible que un par de paquetudos estuvieran presentes en un mundial de fútbol? Pues están, como igual se hallan otros más. Y se hallan allí amparados por la entidad más alcahuetona que conoce el mundillo futbolero, llamado Fifa. La misma que ha tenido presidentes impolutos, como también  los ha tenido vagabundos de pelo en pecho.

La inefable Fifa se vanagloria de ser la entidad con el mayor número de federaciones afiliadas (aseguran que pasan de 200), pero los hay y no se crea que son poquitos, que son miembros de nombres, porque eso de entrar a competir con los demás “consocios” ya es harina de otro costal, porque correrían el riesgo de ser contados y esto conllevaría la expulsión del pulpo futbolero. Ejemplos que habría que citar. 

¡Hombre! Cuales más que las republiquetas que salpican las aguas del mar Caribe, como Guadalupe, Islas Vírgenes y otras miniaturas territoriales, que una vez se prestaron para que un dirigente brasilero que llegado el momento consideró que si su país había alcanzado el milagro de tener 3 campeones mundiales, lo natural y lógico era que también debería tener a un brasilero de presidente de la bendita Fifa.

Y de una vez, manos a la obra. Al congreso de Fifa en Londres se llevó por avión a todos esos dirigentes isleños; les pagó el viaje y la afiliación. Y como también había hecho una recolección de dirigentes africanos,  más unos vagabundos suramericanos que entraban en todo, ese brasilero desbancó de la presidencia de Fifa al candidato inglés. Y una vez en la poltrona fifera comenzaron los “grandes negocios” que en Europa dicen a “sotto vocce” que se hacen tras bambalinas.

El mayor de esos negociazos es el mundial. Vale decir, primero aceptar el candidato y luego viene el “ordeñamiento” de la vaca, que ahí la vía láctea llega a muchos labios, aunque a veces la riqueza multimillonaria no sirve, como en el caso de Dakar, de la que se dice que perderá la sede, porque a veces ni los millones sirven para paliar una tremenda equivocación.
Y no digamos más, que miren que hemos dicho demasiado…