
P.: ¿Cuál es el origen de la palabra perendengue? Jorge Puche, B/quilla
R.: Es castiza, está en el Diccionario y se usa en plural. Proviene del latín pendēre ‘pender’, es decir, lo que pende o cuelga, como aretes y otros adornos, por lo general femeninos y de poco valor. Corominas dice que su empleo está documentado desde 1674 y que es “término popular y afectivo, de formación incierta”. Consuelo Araujonoguera lo relaciona con “accesorios, cosas superfluas, inútiles. Excesos en la moda, en las costumbres, en el lenguaje mismo: ‘Dilo ligero, que tú usas muchos perendengues para hablar’ ”. Con frecuencia, se asocia a adornos de dudoso buen gusto: “La sala de su casa fatiga la vista con tantos perendengues”.
El Lexicón semántico y etimológico del latín, del español Santiago Segura Munguía, registra perendengues (o pelendengues) como sinónimo de genitales masculinos, pues estos cuelgan, lo que guarda relación con su significado etimológico.
P.: ¿De dónde proviene la expresión ¡añoñi! para indicar afirmación? Darío Diago, B/quilla
R.: ‘Añoñi’ es un costeñismo de origen incierto, casi siempre jovial, que hoy se usa poco. Sirve para ratificar un suceso o para indicar que algo es cierto. Así, si en una reunión de amigos le preguntan al recién llegado: “¿Trajiste el whisky?”, y este responde: “¡Añoñi!”, está diciendo: “¡Claro que sí!”. En una de sus columnas, el escritor cartagenero Gustavo Tatis Guerra dice que ¡añoñi! es “ratificación y reafirmación”, pero que es palabra olvidada. Añade una anécdota sobre el médico, escritor y diplomático loriquero Juan Zapata Olivella.
Este, que era célebre por su ingenio, en uno de sus arribos a un hotel de Madrid “el maletero lo condujo a la habitación, pero en el ascensor no dejó de repararlo, sorprendido por la dicción española del recién llegado. Zapata, con su sentido del humor, no se comía las zetas y las pronunciaba como si fuera madrileño. El maletero le preguntó con ingenuidad: ‘¿Señor, es usted de España?’. Y Zapata despepitó sus ojos y soltó la palabra olvidada: ‘¡Añoñi!’ ”.
Nota: A propósito de mi respuesta sobre que una de las acepciones coloquiales de la palabra chivo es centavo, José Portaccio Fontalvo me dice: “De chivo pasamos a chiva, que en Barranquilla se usaba para llamar a los buses, especialmente a los que iban y regresaban de pueblos del Atlántico. Hoy en Antioquia hay unos buses que llaman ‘escaleras’. Son bastante pintorescos, y muchos han sido habilitados para turismo local.
Por lo regular, van con música, trago y alegría expresiva por quienes los contratan. A esos también los llaman chivas, y sus representaciones diminutas se venden en tiendas de artesanías”. En alguna columna anterior, recordamos que “Alario Di Filippo cita a los sacerdotes y lingüistas Revollo y Tobón Betancourt, quienes escribieron que la voz chiva proviene del sonido del pito de esos viejos buses o del de los primeros automóviles Ford, que semejaban el balido de las cabras”.
edavila437@gmail.com
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