
Grave que un país en el mundo moderno se paralice por el ejercicio del derecho de asociación y de huelga. Estos derechos dentro de un Estado Social de Derecho y de Democrático, deben ser respetados y protegidos.
La Organización Internacional del Trabajo contempla “la libertad de asociación y la libertad sindical y el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva”. Es decir, se trata de derechos reconocidos por el derecho internacional de los derechos humanos como en el derecho laboral internacional, teniendo como titulares a los individuos y a los sindicatos.
No se trata entonces de dilucidar la tensión entre los derechos reconocidos en el mundo por la OIT y los derechos de los coasociados, catalogados como servicios esenciales, dentro de los Estados.
En el caso colombiano, en el que, en los últimos días, se han producido perdidas en todos los reglones de la economía, en razón de la huelga de aviadores de Avianca, el problema hay que abordarlo desde el punto de vista de la falta de una política pública, que regule adecuadamente el servicio de transporte aéreo.
Se pone en tela de juicio, no el ejercicio del Derecho de Asociación y de Huelga, sino la falta de una política pública para el transporte aéreo, que se ha convertido casi que en una actividad de monopolio. Es ésta la verdadera discusión a que se ve abocado el gobierno nacional, tras el reto de la coyuntura.
Es sencillo, así como se traen tripulaciones del exterior, por parte de la compañía, para solucionar los efectos catastróficos del paro. No se entiende como en un mundo cada vez más competitivo, el Estado Colombiano, no ha construido una política pública seria de cielos abiertos, que aumente la oferta del servicio del transporte aéreo.
Es que la prestación del servicio de transporte aéreo, por un cuasi monopolio, tiene efectos insospechados que afectan no solo la macroeconomía sino gravemente al usuario final.
En el caso colombiano al pasajero históricamente se le ha ultrajado, se les somete a altas tarifas, incumplimiento de horarios, y abuso en la prestación del servicio. En carta blanca, el problema no es el ejercicio del derecho de asociación y huelga, que es algo coyuntural en este momento, sino que, por ser prestado por un cuasi monopolio, en rutas, tanto nacionales como internacionales, a los pasajeros se les manosea.
Es hora de adoptar una política pública de cielos abiertos, que de la bienvenida otras aerolíneas, que oferten un mejor servicio.
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